“El corazón donde la mujer habita” es una novela que se sumerge, con toques de humor, en el mar de las diferencias para desvelar los misterios de la eterna guerra de los sexos. Afirma que aquello de que los hombres andan por Venus y las mujeres lo hacemos por Marte (o al revés), se debe simplemente a que nos han educado como si fuésemos de planetas distantes. Nos han enseñado a representar roles polares, el masculino y el femenino, con tan mala idea que nos convirtieron en dos especies emocionalmente incompatibles que, para colmo de los colmos, en muchos casos convivimos en intimidad.
Más que dar soluciones, que muchas no tengo, lo que pretendo es empatizar y responder a algunos “porqués”. Así como dar a conocer los beneficios de la igualdad (aceptando las diferencias).
Siendo consciente de que escribo desde mis propias vivencias, es decir, desde el subjetivismo de ser mujer, y que ello conlleva el riesgo de que la balanza se pueda desequilibrar en algunos momentos, esta no deja de ser una historia a favor de la paz.
Diversas formas para comunicarse.
Dado que tengo cierto arte para expresar a través de la pintura (opinión también subjetiva), me he animado a complementar esta historia con ilustraciones propias. Confío en que así diga con las formas y los colores aquello que aún no sé decir con las palabras.
Sobre la autora
Paula Ugidos Sarmiento, 36 años, escritora desconocida.
Ya que soñar es gratis, desde siempre he volado con la idea no solo de escribir un libro, sino también de publicarlo. Tras estudiar Educación Social tiré mi primera creación a la basura, por aquello de la autocrítica. No obstante no desistí y volví al intento. El nuevo material ya está preparado, con las alas maqueadas y minuciosamente revisadas. El combustible económico es lo único que me falta para despegar.
Pase lo que pase, gracias a las personas que me ayuden a repostar.
¿Con quién te encontrarás en el libro?
Con Inés, una mujer que ya tenía el nido de amor con el que siempre había soñado, alardeando de ello y enseñando su anillo al tiempo que pronunciaba “Me caso, me caso”. En un año le daría tiempo para encontrar el vestido blanco. Un año para volar, buscar, imaginar y organizar. Un segundo bastó para mandarlo todo al carajo. Él era demasiado pájaro.
Mani y la etiqueta de la exigencia, que es lo que corresponde a las que buscan algo de calidad. “¿Con todo lo que pides cómo vas a encontrar a alguien?”, le decía siempre su madre agobiada con que el arroz se le iba a pasar y luego pastoso a ver quién se lo come. “Ni que pidiera tanto. Amor del bueno, eso es lo único que quiero”, le solía responder con la mirada fija en el horizonte para escapar de lo alto de la torre.
Laia, a quien desde su nube nada le hacía presagiar una mala convivencia con el Che. Por aquí las pertenencias de él, por aquí también las de ella, y al final todo se mezcló en la misma cama, de la cual únicamente ella recordaba cambiar las sábanas.
Por aquello de Venus y Marte, en otro planeta se encontrarían el Che, su calidez y sus profundos ojos verdes. Su miedo a entregarse, a buscar su corazón y no encontrarlo, a perderse. La desorientación de amar a Laia sin saber cómo y sin saber porqué poner una distancia.
Y mucho más allá, en una especie de agujero negro de otra galaxia, el innombrable.
Me deseo mucha suerte y de antemano, GRACIAS.
Que pases un buen día.