Ciudad Sur. Finales del siglo XXI. La mirada de los últimos Seres con conciencia muestra una población autómata en un planeta decadente. La última y más extrema fase de la sociedad consumista. Los humanos se encuentran divididos en tres clases: la masa, los corporativistas y la guardia mercantil.
Una gran cantidad de seres viven hacinados en ciudades-prisión. Son objeto de un control total a todos los niveles, de siniestros experimentos, de catástrofes naturales, pandemias y enfermedades inducidas. Sus únicas perspectivas reales son el trabajo forzado, la drogadicción y la reproducción controlada. Sin embargo, aceptan su realidad, la única que son capaces de concebir, porque los conceptos opuestos han sido eliminados de sus mentes. No existen ya el bien y el mal, la libertad y la esclavitud, el amor y el odio, como tampoco existe la memoria, sino una programación de eventos falsos que son inyectados en las mentes constantemente. La solidaridad solo se mide por la cantidad de compras que una persona es capaz de hacer, y el mayor de los delitos es no adquirir objetos nuevos. Y todo bajo el manto de la llamada Democracia del Pueblo, de la que nadie sabe nada aparte de que lo domina todo en nombre del Pueblo.
Una minoría, los corporativistas, creen controlar el sistema. Luchan entre sí por el control de los mercados, los recursos, la comunicación y la producción. Ignoran el estado del planeta y han perdido toda empatía, toda conexión con la masa, la cual, para ellos, no es sino un producto más; el producto definitivo. Están tan enfermos de poder que son incapaces de ver que, al igual que la masa, son simples marionetas.
En medio de estas dos clases esta la guardia mercantil. Individuos separados de sus familias que desde su niñez han sido sistemáticamente programados para imponer el orden de forma maquinal e implacable. No sienten, no piensan, son puros ejecutores.
Y por encima de todos se encuentra el siniestro grupo Élite, que ejerce un dominio absoluto sobre la humanidad. Será el lector quien tendrá que decidir qué son y cuáles son sus verdaderas intenciones.
Nací en Ávila. Tengo treinta y siete años. Escribir ha sido y será una constante durante toda mi vida, un ejercicio para entenderme a mi mismo, un compromiso personal con la sociedad en la que vivo y una necesidad permanente a la que he dedicado muchas horas desde una edad muy temprana y que ha dejado tras de mí escritos de toda clase.
Estudié Gestión Comercial y Marketing y trabajé en puestos relacionados con esta área antes de trasladarme a Irlanda, país en el que resido actualmente con mi compañera y mis hijos, y en el que he estado trabajando durante los pasados años en los sectores pesquero y forestal.
«Esta obra es una distopía que no contiene profecías. Un foco que ilumina la suciedad de nuestra sociedad que no pretende convencer ni adoctrinar. Es la ruptura de la frágil capa de civilización y autoengaño que oculta lo más siniestro de nuestro orden social. El lector será el responsable del desenlace, de lo que quiere ver o seguir ignorando ante este reflejo crudo, satírico y en ocasiones brutal, del macabro experimento que esconde nuestra vida cotidiana...y de quienes la conducen».
«Se hizo el silencio en la gran pirámide mientras afuera, a despecho de aquel pútrido mundo que parecía estar implorando morir de una vez, el sol se levantaba terco e invencible un día más. Tal vez, en algún lugar de la esfera, en algún remoto rincón ignorado por los demonios que aniquilaban sistemáticamente el alma humana, alguien, un Ser puro y simple, ajeno a las fuerzas que extirpaban a sus semejantes de si mismos, estaba observando admirado cómo la gran esfera de fuego se levantaba imponente en el horizonte, mientras notaba cómo la tierra se calentaba bajo sus pies descalzos y la hierba, las flores, los árboles y los animales se despertaban libres a su alrededor dando la bienvenida al nuevo día. Tal vez aquel Ser se preguntaba, sin ninguna intención de encontrar una respuesta, por qué todo lo que sus sentidos percibían en aquel instante se fundía en su pecho formando un todo dentro de él que latía con tanta fuerza que parecía que fuera a estallar en cualquier momento, y luego, dominado por aquel sentimiento que emanaba de esos latidos y que en su interior no tenía nombre, ni forma, ni límites y perduraba en él como un instinto puro y limpio, a salvo de todo pensamiento, de todo conocimiento y de toda consideración racional, empezaba a correr sin rumbo, feliz, atravesando ríos, bosques, praderas y montañas, sintiendo todo lo que le rodeaba sin pensar, sin poner ni el más mínimo esfuerzo en dar un nombre al viento, al agua y a la tierra y a todos los seres vivos que parecían correr junto a él y sin ser consciente de estar vivo o muerto, tan sólo de que era, de que estaba, de que en definitiva su piel no aislaba su interior del exterior, sino que no había dentro ni fuera, de que la luz y la oscuridad eran la misma cosa y que un estado prevaleciera sobre el otro sólo dependía de que el mundo quisiera ser iluminado. Y el quería ser iluminado y quería también iluminar, pero no sabía que lo quería, tan sólo lo quería y tal vez por esta razón día tras día lo conseguía».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Mariano Moral Pascual os lo agradeceremos.