Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
La RAE señala que la distopía es la «representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana». El término fue acuñado por John Stuart Mill y elevado a las alturas por George Orwell («1984») y Aldous Huxley («Un mundo feliz»). Sendos autores representaron, hace ya casi un siglo, una sociedad futura en la que la libertad quedaba abolida por los efectos de un orden represivo, invisible, omnipresente, fundamentado en el miedo para Orwell y en el placer según Huxley. Pero si sus futuros son nuestro presente, ¿significa eso que vivimos actualmente en una distopía? Desde luego, existen síntomas de ello… y muchas de las señales no se ven a simple vista. Por las calles ya se oyen los ecos de Orwell y las desconsoladas lágrimas de Huxley.
José Luis Amaya Dobla nace en Cádiz un 10 de septiembre de 1990. Y aunque su vocación por la literatura es algo tardía, desde su más tierna infancia siente debilidad por la fantasía y la ciencia ficción; como si este mundo al que muchos llaman real se le quedara pequeño, o la realidad misma le resultara insuficiente y aburrida. No es hasta su tercer año de universidad, estudiando una carrera que no le motiva, que comienza a sufrir una especie de revolución o crisis existencial. Esto le obliga a ampliar sus horizontes vitales y, por casualidad o destino, se acerca hacia el universo literario. A partir de ese momento empieza a devorar libros y a escribir sus primeros relatos. Paralelamente, modifica su rumbo profesional y comienza a dedicarse a la redacción y a la corrección de textos. Las letras se han convertido hoy en su razón de ser.
«¿Sospechas que algo no va bien en este mundo? Bien: te estás acercando al universo que plantean estos relatos. ¿Devoraste los primeros capítulos de "Black Mirror"? Si es así, estás más cerca todavía. ¿Leíste 1984 o Un mundo feliz y te quedaste con ganas de más? Entonces... ya estás dentro. En Ecos de Orwell, lágrimas de Huxley encontrarás historias que demuestran que la distopía no es solo una conjetura, sino una cruda realidad que nos rodea desde todos los ángulos: político, tecnológico, filosófico, moral, social... por más que a primera vista no te lo parezca. Estos relatos plantean reflexiones incómodas, pero no por ello menos necesarias, sobre el mundo en que vivimos hoy. ¿Hasta qué punto elevamos nuestros propios muros a diario? Si lees este libro, ya no volverás a ser el mismo».
«Ahí está, roncando en mitad de la calle con el cartón de una caja inútil haciendo de manta sobre su breve cuerpo, la baba cayendo en un fino riachuelo sobre un charco de pota rosa. Una botella vacía es testigo, junto a las colillas esparcidas por el entorno, de este amanecer con pintas de vagabundo. Huele a muerte de animales, a masacre, a sudor tóxico, a semen seco, a licorería hecha añicos, a pólvora caducada, a orín de octogenario, a Holocausto de los Cielos, un hedor denso e invasivo que pesa como solo pesa el descontrol de una noche que se te ha escapado de las manos. Los rayos de sol deberían ser más incisivos si lo que pretenden es despertar a esta criatura de Dios que ha tropezado y caído hasta el último escalón de los infiernos.
Un mendigo pasa a su lado empujando su carrito. Se detiene y lo observa en silencio, con una mirada llena de ternura. Carraspea, niega al suelo con la cabeza: siente por él una lástima genuina. Luego se acuclilla, rebusca en una pequeña bolsa de plástico y deposita frente a su cuerpo un buen puñado de céntimos. Finalmente, murmura una especie de oración ininteligible mientras que sale poco a poco de esta escena surrealista. Irrumpe entonces una lengua que hace las veces de despertador sobre los morros pegajosos del susodicho. Aún medio adormilado, entreabre los ojos y descubre que un perro callejero y polvoriento está lamiéndole la boca. La repulsión lo invade. Contorsiona su rostro y agita los brazos. "¡Fuera! ¡Largo!", grita, mientras comienza a vomitar. El chucho se asusta, retrocede y se marcha por donde ha venido.
"¿Qué coño hago aquí?", se pregunta nuestro desorientado protagonista, mientras los recuerdos van haciendo poco a poco acto de presencia».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y José Luis Amaya Dobla os lo agradeceremos.