Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
A comienzos del S. XXII, en un contexto de crisis sociocultural, económica y climática extrema, la humanidad se enfrenta a un futuro estremecedor. El tiempo corre, la esperanza se agota y en medio toda esta crispación, un hombre se plantea si la vida en la Tierra merece la pena ser vivida o si acaso nuestra existencia se ha vuelto una experiencia inasumible.
En los alpes suizos, Marcel Faraway, fundador de la compañía de realidad virtual Athena’s Entertainment, llorá la pérdida de su hija pequeña, Victoria. Movido por este dolor, el genio de la realidad virtual emprenderá un perturbador camino que revolucionará el paradigma de la vida en la tierra. Dicho proyecto tendrá como resultado la creación de una nueva conciencia cibernética. Una potente I.A. de nombre Niké capaz de desafiar la historia y ofrecernos a los humanos ese Edén prometido.
Andrea Manfredini, Castellón, 1991. Estudia Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia y en la escuela de arte Burg Giebichenstein, en Halle, Alemania.
En 2020, colabora con la revista Tricómix publicando varios relatos. En 2020, colabora junto al ilustrador granadino Antonio Vílchez del Ojo llevando a cabo el cómic auto publicado Bunraku. En 2022, publica el cómic Rise of Ronin, junto al dibujante Jose Serrano, Ed. Apachelibros. En 2023, publica la antología de relatos fantásticos, Los Mil Ojos de la Noche, Fénix Books.
Desde 2023, colabora con el estudio de animación Nakama Studio en la animación del cómic Rise of Ronin, y en la producción del audiolibro Los Mil Ojos de la Noche. Además, imparte talleres de creación y escritura para adolescentes, junto a la Asoc. del cómic de Valencia.
«"¿Qué pasaría si en el S. XXII los humanos pudiéramos emigrar a un paraíso digital? ¿Bajo qué circunstancias estaríamos dispuestos a hacerlo? ¿Qué implicaría marcharse?, ¿y quedarse? Si pudieras elegir entre un paraíso digital o en una realidad decadente, ¿estarías dispuesto a abandonar la Tierra y emigrar al mundo digital?"
"Frente al incierto futuro que nos aguarda, uno se pregunta: ¿está en riesgo nuestra humanidad?, ¿Son las estrellas nuestra esperanza?, ¿puede afrontarse lo desconocido sin la fe?
¿Es salvación si no nos salvamos todos? Y si es así ¿quiénes se salvan y quienes no?, ¿quién lo decide?, ¿estamos preparados para la eternidad?, ¿la eternidad se proyecta o se recuerda? Y por último, ¿debería el ser humano esperar la salvación divina o podemos generarla nosotros mismos?"».
«La primera migración digital se produjo en el año 2125 en medio de un convulso debate en torno a las implicaciones filosóficas y sociales que tendría como consecuencia un hecho de tal magnitud. Puede que lectores no-nacidos no entiendan del todo a que me refiero, ellos han crecido sumergidos en la dicotomía que hoy en día nos permea e ignoran las diatribas que rodeaban a la vida cuando para la humanidad solo existía una opción, la terrenal. Si queremos comprender correctamente lo que este evento significó para muchos de los que por aquel entonces hollábamos nuestro querido planeta Tierra, sería conveniente decir que; en su momento, la primera Migración Digital fue comparada, ni más ni menos, que con la llegada del hombre a Marte en 2086 o con la inauguración del primer puerto lunar en el 2059. Sin embargo, los que vivimos el cambio a posteriori, nos dimos cuenta de que aquello no era comparable a nada, nada que no fuera el principio de un paradigma completamente distinto a lo anterior. Sin darnos cuenta, un segundo Big Bang estallaba ante nuestros ojos. Seguramente, el evento era tan gargantuesco que pasó inadvertido antes nuestros ojos, como los insectos ignoran la sombra del zapato hasta que lo tienen encima. Afortunadamente, aquel suceso no estaba destinado a aplastarnos, ni mucho menos.
El evento tuvo lugar durante la mañana del 4 de mayo de 2125 y en él participaron 42 hombres y mujeres, todos ellos voluntarios. El líder de la comitiva de migrantes no era otro que Marcel Faraway, miembro fundador de la Athena's Entertainment y padre del proyecto Edén. Como no podía ser de otro modo, Faraway fue el primer ser humano en cruzar el umbral entre los mundos, en la que desde entonces se conocería como la primera ola de migrantes digitales o Los Primeros 42.
Unos pocos entusiastas; beatos de no sé qué doctrinas –fósiles supervivientes de las corrientes «I want to belive»–, declararon que el suceso tenía tintes de advenimiento mesiánico y proclamaron a Faraway como un ser de luz proveniente de alguna constelación no demasiado lejana. Claro está, la curia de la Nueva Iglesia de Roma, no se lo tomó nada bien y junto a los fundamentalistas del Califato de Oriente, dieron inicio a una cruzada contra las pecaminosas ideas que envolvían a la Athena's Entertainment. No pasó mucho tiempo, antes de que el nombre de Marcel Faraway levantara ampollas en todos los reinventados credos de nueva generación. Como si la palabra de dios pudiese actualizarse, adaptándose así el todopoderoso a las necesidades de su creación.
En aquel entonces, un servidor trabajaba para el diario Sevendays Journal como corresponsal en su sede de Londres y, durante varios meses, el periódico, al igual que hicieron la inmensa mayoría de medios de comunicación, no se lo pensó dos veces y mandó lapidar a Marcel Faraway a base de virulentos artículos en los que se cantaban las lindezas del flamante mesías redentor. En los programas de holovisión se acusaba a Faraway de ser un fanático vende humos que había lavado el cerebro de unos pocos inconscientes. En las cadenas lo elevaban al nivel de los gurús de las sectas de salvación que todavía pululaban en aldeas alejadas de las ciudades, en donde los sátrapas que las dirigían vivían a todo trapo gracias al dinero que religiosamente pagaban sus miserables estafados.
Me avergüenza reconocerlo, pero; en honor a la verdad, confesaré que en su día algunos de aquellos artículos incendiarios en los que se le difamaba en un modo abyecto nacieron de mi puño y letra. No pretendo justificarme ahora, tan solo diré que las necesidades de aquel becario posgraduado pesaban más que la vocación por la verdad; brújula de todo periodista que se precie. Esta es, pues, una falta y una vergüenza que me acompañará por siempre».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Andrea Manfredini os lo agradeceremos.
