
Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Ricardo, un profesor de latín de secundaria, se ha erradicado de su familia para empezar una nueva existencia en solitario tras la fantasía de un amor extramatrimonial que lo ha destruido emocionalmente. En tanto espera a conseguir un nuevo empleo, recibe la visita de Daniel, otro paria confuso y desquiciado, que se instalará con él de manera temporal para ayudarle a afrontar el alquiler de la casa. Daniel se revela como un personaje retorcido y de oscuras intenciones, y será el responsable de una deriva mutuo-destructiva, estableciendo con Ricardo un juego de poder en el que entran de lleno la misoginia explícita y el abuso de las drogas.
Manuel Muñoz de Santos. Nacido en Madrid en 1972, se licenció en la UCM en Filología Hispánica y Filología Clásica. Entre 1998 y 1999 fue lector de español en la Ovstravská Univerzita (República Checa). Desde 2006 es profesor de Lengua Castellana y Literatura en secundaria. Actualmente reside y trabaja en Asturias. El animal necesario (Los apegos) es su primera novela.
«El animal necesario es una novela breve, de construcción compleja pero de fácil lectura; una reflexión sobre el valor del amor y la familia como dos fuerzas irreconciliables, del valor de aquel para el hombre y de la figura de la mujer emancipada, así como una indagación sobre la búsqueda desesperada de un sentido de la vida por quienes no han sido preparados para ello.»
«¿Y adónde vas con los años que tú tienes? ¿Vas a sacar del baúl de tu infancia los juguetes al suelo de tu habitación y ponerte a jugar con ellos como cuando eras un mocoso y no sabías casi nada de la vida? ¿Irás al parque con el cubo y la pala para entretenerte haciéndote castillos con la arena? Para un adolenscente puede que esto sea disculpable, pero para un hombre ya maduro no hay disculpa que valga y así habrás de pagar con creces la locura de querer vivir de nuevo en la niñez. Has tenido tiempo más que suficiente para apreciar lo que de verdad vale el amor en la existencia de un hombre, el peso que eso tiene y que hay que darle. Y es porque el amor no es sino el imperdonable abandono de uno mismo para dedicarle vanamente los días a lo que no es nada más que una falsa entelequia, la bagatela fallida de la especie; solo eso. Qué te importa si te quieren o no. El tiempo huye con pies ligeros y es escaso. Cuánto mejor será que el hombre se dedique al cultivo de sí propio, que la inversión que en sí realice sea sobre lo que puede hacer del hogar irrenunciable que construyen su cuerpo, su mente y sus aspiraciones un habitar tranquilo, sereno, alejado de las expectativas huecas que lo apremian con cantos de sirena para que se arroje al proceloso mar de la desdicha. Es de párvulo querer levantar sobre arenas movedizas incluso el más pequeño valladar. No hay nada más inestable que el amor, y para alguien que ya ha edificado una familia poner los ojos en la mujer que se mantiene sola, que va y viene por capricho y que da muestras inequívocas de que esa es su naturaleza, pues igual que te requiere ahora se despoja de ti por su volubilidad, su innegable inconsistencia, es tirar por la borda aquello que hace del hombre el animal necesario. Por mucho que te esfuerces contra viento y marea en apreciar todas estas carencias suyas como virtudes, son defectos que no deberías disculpar. Lo que tú piensas que es amor es ciertamente la lente que todo lo deforma. Y si no le pones remedio estarás condenado a vivir lo que te reste en la mentira de las imaginaciones infantiles, sin el objetivo claro que debe ser el de mirar por uno mismo para que sean todos tus días, días efectivos de provecho. Mejor será que aceptes la atonía de estar vivo como aquello deseable frente a los vaivenes a los que te sojuzga el ansia de perderte. Es el ideal de todo hombre vivir transido en medianía, residir en una normalidad cuyos frutos, si bien íntimos, son los únicos verdaderamente nutritivos y, a la postre, los únicos dorados.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito93 y Manuel Muñoz de Santos os lo agradeceremos.