Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
El ejército secreto y otras historias versa sobre un asunto tan architratado en la narrativa universal como es el amor, pero no en tono anacreóntico o idílico, como suele ser recogido en otras, tantas obras. Amor es, en estas páginas, desaliento y debilidad, pérdida y dolor. Porque su espejismo —la pasión, el querer— está siempre presto a trocarse en pena, lo mismo que una opípara pitanza en indigestión. Y es que no resulta extraño experimentar gozos y cuitas que sobrevienen con frecuencia emparejados, sobre todo cuando se convierten en materia de recuerdo… Tantos amores frustrados o malversados, sea cual sea el ser amado, que van a trocar el curso de las vidas de los protagonistas, tiñéndolo de melancolía y dolor indelebles, pero que no por ello serán menos añorados en el arqueo final de sus vidas.
Ignacio González Orozco es licenciado en Filosofía y profesional de la edición desde hace más de treinta años. Recién entrado en la sesentena, entre otras actividades ha escrito libros de viaje y de divulgación sobre historia y filosofía; las novelas Los días de «Lenín» (Izana Editores, Madrid), Rapaces (Moixonia Edicions, Palma de Malllorca) y Orfeo se muda al infierno (Editorial Hades, Castellón de la Plana); la obra de teatro La farsa de Gandesa y el ensayo Annual: todas las guerras, todas las víctimas (Rambla Ediciones, Barcelona). También ha participado, como autor, en las colecciones de novelas breves Mitología nórdica (Editorial Gredos, Barcelona) y Tradiciones y leyendas del Japón (Editorial RBA, Barcelona), y ha sido o es colaborador de publicaciones digitales, como el diario Público y las revistas Rambla y Culturamas, entre otras.
«Severa sin alcanzar la crueldad fácil, a veces también con detalles de mordacidad, El ejército secreto y otras historias está escrita con un lenguaje donde se entreveran lo popular y lo culto, la reflexión y la espontaneidad. Esa síntesis de raíces aporta agilidad e interés a la lectura de un texto que no admite censuras, ni propias ni extrañas, ni en lo escrito ni en lo tratado, desde la convicción de que la sinceridad también contribuye a la buena literatura. No en balde las historias humanas —todas ellas— están repletas de luces y sombras, de brutalidad y compasión, y sería muy arriesgado sentenciar cuál de esas potencias se impone en el alma del común de los humanos. El amor puede ser el impulso que las desate por igual, y por ello cualquier lector puede verse de alguna manera reflejado en estas páginas.»
«Nora se me había pegado a los talones hacía dos días, apenas unas pocas horas antes de que saliéramos juntos de Madrid. Apareció sin cita previa en mi despacho y solo consiguió que la escuchase porque quedé anonadado al ver lo preciosa que era.
En honor a la verdad —¡qué solemne estupidez!— cabe decir que lucía tantos encantos como vulgaridades. El frío cálculo de una computadora quizá le hubiera dado baja puntuación, pero ya se sabe, las computadoras solo se calientan por efecto de latemperatura externa. En resumidas cuentas: me gustó, estaba muy buena. Y no había quien se resistiera a su arrojo. A los cinco minutos me arreó: «¿Por qué no dejas de mirarme las tetas y consideras seriamente lo que te estoy proponiendo?». Me ofrecía dinero, claro está. Dinero, ¡vaya mierda! Yo solo quería arrebatarla de este mundo y confinarla en el cielo de mi cama, conque seguí en lo mío: «¿Acaso las disimulas, para que no te las miren?». «Yo solo oculto lo que a ti no te interesa saber. ¿Aceptas?». Pero yo debía dudar (supongo), tal vez por falso prurito profesional, porque ella volvió a la carga: «¿Aprecias a esos cabrones?», me preguntó. «Para nada», le respondí. «Entonces, ¿te consideras en deuda con ellos? ¿Es cuestión de principios?», quiso saber. «Para mí no hay principios, solo utilidades: todos sabemos que moriremos algún día, pero no por ello dejamos de vacunarnos», le aclaré. «Entonces no temas, coge el dinero y llévame contigo.» «¿Y tú —contraataqué—, ¿tienes principios?» «Sí, los tengo y muy firmes. Pero no te importa ni una mierda cuáles son.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 e Ignacio González Orozco os lo agradeceremos.