Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Manuela regresa a San Juan, su pueblo natal, tras dieciséis años ausente. Lo hace para presentarse como candidata a la alcaldía por el Partido Progresista. El rival y cabeza de lista por el Partido Conservador es su novio de juventud, Martín, actual regidor del municipio. Ambos se enfrentarán a una batalla electoral pero también a tantos recuerdos que comparten. Al mismo tiempo, acontecimientos inesperados sacarán a la luz sus propias miserias y les harán replantearse si el rumbo de sus vidas es el adecuado. Una reflexión que se extrapola en la novela a diferentes aspectos de una sociedad donde los seres humanos se han convertido en objetos de usar y tirar manejados por el miedo.
¿Qué hacer cuando sentimos que nuestro criterio no encaja con esa sociedad?
Natalia Sánchez-Aparicio (Madrid, 1982) es Licenciada en Comunicación Audiovisual y Diplomada en Turismo, además de una apasionada de las lenguas extranjeras y la psicología. Actual responsable del departamento de prensa del Ayuntamiento de Torrijos (Toledo), donde reside, ha ejercido también de directora de informativos de radio en este municipio y de redactora en el diario La Tribuna de Toledo, aparte de colaborar con diversos medios de comunicación provinciales. Creadora del periódico turístico bilingüe La Gaceta del Viajero y autora de la recopilación de relatos Cuentos para saborear la realidad, ahora deja que vea la luz su obra de ficción cumbre, La casa del árbol, donde refleja su experiencia conviviendo con personas de diferentes ideologías, creencias y situaciones vitales.
«Los lectores que acepten la invitación a entrar a La casa del árbol percibirán el agradable olor a la madera de los sueños de nuestra infancia y juventud, y también se romperán por dentro cuando los sientan estallados en pedazos. Pero solo quienes tienen la valentía de enfrentarse a ellos desquebrajados, pueden tratar de recomponerlos. Y la aventura puede merecer mucho la pena, especialmente cuando hablamos de aquellos que nos conectan con nuestro ser más auténtico, ese que nos permite buscar la unidad por encima de las diferencias y que no nos impone límites para saber mirar más allá de las situaciones más miserables que podamos estar atravesando. Esta novela está pensada para aquellas personas con espíritu crítico hacia la sociedad actual que siguen creyendo en el ser humano».
«Tras una jornada con mucho movimiento, cuando comenzó a caer el sol ya no quedaba ni un alma en la terraza. El viento había empezado a soplar con fuerza y yo estaba recogiendo. Apilaba las sillas para guardarlas cuando entre los árboles, que ya empezaban levemente a desnudarse, apareció de nuevo Martín. Nada más verlo comprobé que quien se presentaba ante mí no era el mismo que el de por la mañana sino el otro, al que yo llamaba el Niño cuando se quitaba su disfraz de alcalde. Lo conocía desde que tenía diez años y venía a jugar al parque del Universo. En esos instantes no podía adivinar la misma ilusión en sus ojos que entonces, pero sí una sensación de desprotección infantil propia de aquella edad.
Apesadumbrado, con el cuello de la camisa desabrochado, se aproximó al estanque sobre el que se veía bailar a los árboles en medio de las ondas de agua, doradas por los últimos rayos de sol y dibujadas por las piedrecillas que arrojaba Martín, primero con melancolía y después con rabia.
Me aproximé a él y, sin decir nada, se echó a llorar en mis brazos. No necesitaba preguntarle por qué. Probablemente escuchaba con el recuerdo lo mismo que yo: a la orquesta que había tocado aquella noche en el templete de este rincón del parque del Universo con motivo de la verbena de la Noche de San Juan. En una hoguera prendida junto al estanque, la gente convertía sus deseos en cenizas que volaban hacia un cielo despejado e inundado de puntos luminosos, mientras la orquesta invitaba a bailar canciones populares en el imaginario colectivo español como La española cuando besa o Viva España. Siempre que se celebraba aquella velada, yo no daba abasto para servir granizados».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Dsitrito 93 y Natalia Sánchez-Aparicio os lo agradeceremos.