Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
La imagen que le devuelve el espejo a Juan Álvarez es la de un hombre entregado a las más extremas pasiones y al más alocado desenfreno. Sabe que se encuentra en la encrucijada entre dos caminos bien dispares. Lo que no sabe es que la decisión que tomará lo adentrará en un oscuro sendero en el que algo tan simple como una mirada hacia el pasado resultará algo imposible.
Como una serpiente que muda su piel, las vidas de Juan Älvarez van quedando atrás, diluyéndose en una bruma en la que lograr hallarse a sí mismo, resulta una tarea imposible. A través de una narrativa introspectiva y cargada de simbolismo, esta intensa novela nos sumerge en un viaje vertiginoso, en el que no faltan el humor o la mirada crítica, por la identidad, la memoria y la eterna lucha entre el deseo de huir y la necesidad de encontrarse a uno mismo.
Pablo Cardillo Alemán (Buenos Aires 1970). En dónde curso estudios de Psicología y se cultivó como un lector empedernido. Emigró a Barcelona en el año 2000 dónde la nostalgia de inmigrante la volcó en innumerables diarios personales mientras desempeñaba múltiples trabajos. Más adelante vinieron los relatos hasta que resultó finalista en dos ocasiones en unos concursos realizados en Castelldefells por XECC. Eso le animó a aunar un libro de relatos Capicúa y otras historias que podrían haber sucedido. Luego fué algo más allá con su primera y extensa novela de ficción Más allá de Dilmun.
Ahora, con esta última obra, el autor explora terrenos algo más complejos e inquietantes que sacudirán quizás la sensibilidad de más de un lector.
«¿Te atreverías a leer una obra en la que se retratan con crudeza situaciones delicadas e inquietantes a las que a menudo, en ciertos sectores de la sociedad, se les aparta la mirada? El que se adentre en sus páginas se reirá, se escandalizará y también llorará junto al protagonista. Porque más allá de la temática que no deja de ser atrapante por su dinamismo y por sus inesperados giros, más de un lector se sentirá inexorablemente identificado con Juan Álvarez. Y no sólo con su búsqueda de experimentar todas las sensaciones que uno puede llegar a anhelar vivir, sino con el arduo, accidentado y complejo viaje hacia la búsqueda de la propia esencia que de alguna manera a todos y a cada uno, nos define.»
«...De todas las cosas que podían sucederle en el día, el autobús que lo llevaba de vuelta a casa era la única que solía ser mala y a la vez tan buena. Cuando aquella enorme y ruidosa caja naranja con ruedas se detenía frente a la escuela, él sabía que sólo era cuestión de tiempo el llegar a su casa. A encontrarse con sus amigos y su mundo de sueños. Un mundo que sí podía controlar. Intentaba subir primero, así al menos lograba sentarse delante y tener un poco de paz. Le encantaba pasar todo el trayecto mirando por la ventana, sobre todo los días de lluvia, cuando las luces de los semáforos y los coches adquirían un aspecto fantasmal que por alguna razón le reconfortaba. Se arrellanaba en el enorme asiento y pegaba su nariz contra el cristal. A veces pensaba que estaba en un barco explorando los siete mares y se encontraba atravesando una terrible tormenta. Pero ese sentimiento, en vez de provocarle angustia o temor, le reconfortaba.
Otras veces no tenía tanta suerte y no le quedaba otra opción que sentarse en la parte trasera del bus, en dónde la mayoría de las ocasiones, algunos de sus más indeseables compañeros de clase se dedicaban a prolongar el tormento que le habían prodigado durante el día. Era como el cruel broche final de una jornada que a veces llegaba a ser realmente insoportable.
Como aquél día lluvioso y helado de agosto en el que llegó a la puerta de su casa con la cabeza gacha y arrastrando una mochila que le pesaba casi tanto como su propia alma. Había tenido la mala suerte de sentarse en los últimos asientos y sus odiosos moradores, que desafortunadamente se bajaban después de él, habían comenzado a tironearle cuando llegó la hora de bajar, rompiendo casi toda la mochila que quedó sujeta a su hombro tan sólo por unos pocos filamentos de tela.
La mochila no era el problema, su madre podía coserla por enésima vez, pero no todo tenía tan simple solución en su mundo. Además sus padres aquel día parecían tener su atención centrada en otro problema más complejo. Los dos estaban probando la cerradura de entrada del apartamento. Su padre se rascaba el cabeza, atónito.
La mochila, arrastrada por el suelo por apenas un par de hilos, parecía la mascota más fiel que Juancito había tenido en su vida….»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93, Pablo Cardillo Alemán os lo agradeceremos.