Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
La ilusión de un verano se desvanece tras el repique de campanas que anuncia el final de una vida en un pueblo de la Alpujarra de Granada. La alargada sombra de la muerte se cierne sobre sus habitantes que gozan de los días y las noches del mes de agosto. Los cafés de media tarde y los chismes al sol tienen fecha de caducidad.
Un grupo de amigos que se reencuentra. Anhelos y deseos frustrados. Rumores que se esparcen como la pólvora para causar la devastación. Amores de verano con sabor a traición y un jolgorio empañado por la tragedia son los ingredientes de esta novela que aguarda un misterio por resolver. La cara oculta que se esconde tras vidas perfectas.
Bienvenidos a Aldafate, donde nadie es quien dice ser y todo puede suceder.
Paca y Lola Zavala es el pseudónimo tras el cual se ocultan dos amigas amantes del costumbrismo y la dicotomía entre el mundo rural y la sociedad cosmopolita debido a su principal unión: su pueblo. A caballo entre el tradicionalismo de la educación rural y la experiencia de finales del S.XX y el continuo avance tecnológico desde los primeros móviles, navegando por los sms, los infrarrojos, el messenger o el fotolog.
Jóvenes, irreverentes, pasionales, las autoras se encuentran unidas por el amor que sienten hacia sus raíces, el pueblo de su familia y su afición por viajar a través de los libros. Del mundo educativo y jurídico, las autoras se sitúan en un plano de realidades diversas que les permiten crear historias que plasman la crudeza de un mundo que no carece de belleza y que convergen entre el pasado y el futuro.
«¿Por qué nos gusta tanto volver al pueblo? La respuesta nos llevó a escribir esta historia. Las conversaciones fruto de la nostalgia tras cada verano junto a los rumores y cotilleos incesantes nos hicieron gestar una obra inspirada en nuestro pueblo, en la que poder entremezclar la realidad con la ficción, la infancia y la adolescencia con la adultez, el costumbrismo con lo contemporáneo, profundizar en la complejidad de las relaciones humanas y las dinámicas sociales únicas de contextos cerrados.
La novela alberga un misterio en el que nadie es quien dice ser, en el que el poder de la palabra es indómito y la magnitud de los actos incuantificable. Amor, amistad, miedo, traición, pasado y venganza son los ingredientes de una obra con la que todo lector puede sentirse identificado».
«Bajar la cuesta de su casa hasta el Aljibe le resulta tedioso. Es lo mismo de cada día. Su madre nunca ha entendido cómo puede quedar tan temprano con nadie. Pero si a esa hora cae fuego por la calle niño, es la hora de la siesta hijo, ¡espérate a salir más tarde! Se lo había repetido hasta la saciedad cuando Pablo solo era un crío. Y ahora, bajando por esa empinada calle donde el asfalto es capaz de derretir la suela de su alpargata, le viene a la cabeza esa voz y entiende por qué lo decía.
Aún así, su café en el Aljibe para comentar la jugada de la noche anterior es de las pocas cosas que le motivan a estar allí, así que se apresura a llegar a su mesa y con un gesto desde fuera saluda a Jero para que le saque su solo con hielo mientras se dispone a liarse un cigarrillo como de costumbre.
Pero la mesa no está igual que siempre. Algo llama su atención. Encima hay un papel pegado con celo y en letras cuidadosamente cortadas de un periódico -ni que esto fueran “Pequeñas mentirosas”, por favor que es un pueblo de mala muerte de Granada- reza una frase poco amistosa:
“La curiosidad mató al gato.
En este pueblo no gustan las zorras con la lengua larga”.
Pablo arranca la nota y la observa mirando alrededor. ¿Alguien le quería gastar una broma? En ese momento, Jero sale con café en mano y lo deja en la mesa junto con el vaso y el hielo dentro.
—¿Se ha sentado alguien aquí hoy, Jero? —pregunta prudentemente Pablo al dueño del bar.
—No, por la mañana da demasiado el Sol aquí fuera y los desayunos los servimos dentro. ¿Por qué lo dices? —Se extraña el dueño del Aljibe.
—No, nada, era simple curiosidad.
Jero levanta los hombros y se gira accediendo al interior sin comprender muy bien la pregunta».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Paca y Lola Zavala os lo agradeceremos.