Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Los Fuegos, enigmáticos, insaciables, no se rinden ante nadie. Inspirada en los famosos Fuegos de Laroya, en Almería, Los Viajes Inútiles es una novela de misterio y confusión, en la que el lector no verá dónde está el siguiente giro.
El detective Telmo viaja al diminuto pueblo de Tilibar, donde investigará la aparición de unos misteriosos orbes etéreos que reducen a cenizas todo a su paso. Se las tendrá que ver con los habitantes del pueblo, cada uno más loco que el anterior, para poder dilucidar alguna pista. Sin embargo, no será hasta que llegue el último experto, Santiako, que los acontecimientos darán un giro radical. En ese momento se darán cuenta de que el asunto está muy por encima de ellos.
¿Qué problema tan grande puede haber con el fuego? Que lo apaguen y ya está, ¿no?
César Gómez Lorenzo comenzó su carrera como novelista a los diecisiete años, culminando su primera novela, El día que maté a Dios, una novela de ficción filosófica, al año siguiente. No mucho después, publicó de forma independiente Piedras y Soberanos, su primera novela de fantasía, inspirada en clásicos como Terry Pratchett o Julio Verne.
Al margen de sus novelas, también ha explorado el género del relato publicando con La Voz de Almería uno titulado Los siete Veratenses contra Tebas.
Nació en las Norias de Daza, en Almería, pero no tardó en mudarse a Vera, donde pasaría su infancia y adolescencia. Más tarde, se convirtió en técnico superior en Gestión Forestal y del Medio Natural, dado su amor por la naturaleza.
Ahora presenta Los viajes inútiles, su primera novela de ciencia-ficción, llena de filosofía y estupidez, sus dos especialidades.
«Los viajes inútiles es una lectura ligera, sencilla y muy entretenida. Aunque no por ello, menos impactante. Es una travesía vertical, de algo pequeño, un pueblecito que no sale en los mapas, a lo inmenso y lo supraterrenal. Deberá leer esta novela si disfruta de la ciencia-ficción, el humor y la filosofía, pues está cargada de todo ello, combinándolos a la perfección. Si bien es cierto que se dirige a un público joven (entre 15 y 25 años), cualquiera puede disfrutar del contenido que ofrece, tratando, por ejemplo, temas como el existencialismo en sus páginas. En general, es una lectura fresca, que no decepciona, respeta el tiempo del lector y ofrece una historia cautivadora de principio a fin».
«—Ya veo —dijo Telmo, haciendo una pausa en el interrogatorio para apuntarlo en su libreta—. ¿Y quién cree que es el responsable de los fuegos del pueblo?
—De esto hemos discutido Bastian y yo largo y tendido. Nuestra conclusión es que se trata de magia.
—Ah…
—Sí. Hasta donde no llega la ciencia, debe llegar la magia.
—Bueno, en realidad —empezó a decir su camarada—, yo nunca estuve satisfecho con lo de la magia.
—Ni yo, claro —señaló Berto—. Pero ya lo viste. Se te quemó en las narices un cubo de agua fría.
—¿De agua…?
—¡Recién traída del río!
—Sí, sí —razonó Bastian—, eso pasó, pero creo que es precipitado achacárselo a la magia.
—¿A qué si no, amigo?
—Pues… ciencia, debe serlo.
—Tenemos un grupo de expertos analizando las condiciones de Tilibar —comentó Telmo—. Si es realmente ciencia, podemos dar el caso por cerrado. Pero, mientras tanto, ¿sospechan de alguien?
—Mire, Telmo, si ese es su verdadero nombre…
—Lo es —contestó Telmo enarcando una ceja.
—... si alguien es capaz de quemar… ¿qué le quemó a la señora Tarna?
—Un burro entero.
—Si alguien es capaz de quemar un burro entero y reducirlo a cenizas con solo una linterna…
—¿Por qué una linterna?
—La gente dice que ve unas bolas de luz justo antes de que algo se queme. Algunos incluso afirman que ven niños dentro —pensó en lo que acababa de decir y decidió continuar—. ¿Por dónde iba?
—Por lo de la linterna.
—Ah, claro. Si alguien es capaz de quemar un balde de agua…
—Habías dicho un burro —le interrumpió Bastian.
—¿Sí? Eh… Mira, da igual. Que esto no lo hace nadie. Es magia, o ciencia, o como lo quieras llamar. Ya lo verás.
—De acuerdo —dijo Telmo, marcando un exagerado punto al final de una frase en su libreta—. Gracias por su atención, señores.
—Che, ¿y la ronda?
Telmo se giró a Trallazo. Él ya salía por la puerta.
—Ay —suspiró—, está bien…».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y César Gómez Lorenzo os lo agradeceremos.