Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Madrid. Año 2000. Jose Fierro, un ex-boxeador con las manos muy duras sobrevive en la calle entre el hambre, el delirio y la desesperación. La pérdida de su única posesión valiosa: un guardapelo que encierra su última esperanza por seguir viviendo, lo sacará de su rutina habitual y le hará recordar sus días de gloria para comprender por qué está donde está y qué puede hacer antes de que el último grano de arena se derrame y la muerte lo fulmine de un hachazo.
Manos de Plomo es un thriller salvaje que explora la fuerza y determinación por sobrevivir, atravesando la podredumbre y los escombros de un pasado implacable, para alcanzar lo que más amamos en esta vida. Con un lenguaje callejero al estilo Criando Ratas y tintes de Mystic River en su trama, nos adentremos en un pozo de dolor donde la determinación será la única lumbre en la obscuridad.
Juan Burgaleta es graduado en Derecho por la UCM, aunque su trayectoria profesional ha estado volcada en la interpretación durante más de 7 años, con su participación en series como El Ministerio del Tiempo o Alba de Netflix. Desde hace 4 años trabaja como director, guionista y editor con trabajos galardonados por festivales como el DMOFF (Ohio) o el LHIFF (Barcelona). Dentro de poco podremos disfrutar Esqueletos, su próxima película. Desde hace más de 5 años ejerce también como profesor de español como lengua extrajera. El boxeo ha estado presente en su vida desde los 15 años junto a artes marciales como el BJJ o la capoeria. Todo ello le ha inspirado, junto con sus experiencias hablando con personas sin hogar, para pintar algunos de sus cuadros al óleo y para escribir Manos de Plomo, un thriller salvaje que es su segunda novela.
«Si alguna vez te has sentido víctima de la sociedad, alguien desafortunado que solo espera que no le aplasten como a una mosca, esta esta novela te agarrará del cuello y te sumergirá en el fango profundo, para olvidarte de respirar y adentrarte en el sufrimiento, el miedo y la disonancia cognitiva que produce un éxito que no nos llena en la vida a pesar de haberlo dado todo por él. Cuando la muerte acecha y apuñala tus tobillos, ¿qué serías capaz de hacer por sobrevivir y encontrar a la persona que más amas en esta vida? Honestamente piénsalo, sopésalo, porque cada propuesta aceptada o rechazada en este libro tendrá drásticas consecuencias durante el resto de tu vida. Está en tus manos.».
«Lobo aprovecha para asestarle tres ganchos en las costillas y uno en el hígado. Jose aguanta la respiración al notar el bajón de tensión –así, siente– podrá aguantar de pie sin caerse. La dopamina que corre por sus venas hace que ya casi no sienta su terrible dolor de rodilla. Ricardo entrelaza los dedos de sus manos desde la grada, deseando que Jose haya decidido rendirse por fin. Cuando este empieza a notar los guantes de nitrilo del árbitro sobre su codo, siente la presión y empuja con todas sus fuerzas al Lobo contra las cuerdas, arrojando dos ganchos mortales. El segundo acierta en el mentón de su rival y hace chocar sus dientes de acero contra el bucal, casi mordiéndose la lengua y dando un latigazo de nuca hacia atrás. Jose llevaba practicando años su increíble gancho de derecha, como un swing de golf. Solo le saláa perfecto cuando el riesgo le pisaba los talones, y ahora una lágrima de emoción en cada ojo se fundía con el sudor ácido de su frente mientras caía muy despacio hacia el suelo, destrozado, a un lado del cuerpo de rodillas de Lobo, cuyo mareo hacía que el mundo cambiase la orientación de la gravedad constantemente, se agarraba a las cuerdas, se caía, se intentaba levantar y se doblaba mientras el árbitro contaba hasta diez mirando a ambos púgiles como a chatarra maltrecha, de la cual se compadecía profundamente. Carrocerías oxidadas atravesando el suelo con la mirada en el infinito.
Pablo grita a Jose con furia que se levante, para sorpresa de Ricardo, que creía que estaba de su lado. Jose recuerda uno de los primeros entrenamientos con Pablo, pegando a unos palés de madera astillada en un callejón, mientras este reía con ternura. Quiso mostrarse fuerte ante él. El recuerdo se hizo cilindro metálico en su mente y se agarró a él para no perder por completo su centro, mientras caía al abismo que le separaba de la lona. Los gritos del público eran la niebla que no le permitía ver con claridad, que aumentaba la tensión por la incertidumbre. Jose arqueó los antebrazos con rigidez y los clavó en la madera bajo la lona, mientras se levantaba y sus babas caían hasta el suelo como si hicieran rapel sobre el aire. Como estalactitas elásticas expandiéndose que conectaban el polvo, la roña del suelo con su estómago, con sus entrañas. Creyó sentir el sabor de ese polvo y eso le hizo sacar el animal que tenía dentro, le dio las fuerzas para ponerse en pie de nuevo y dejarse caer, inevitablemente, sobre las cuerdas que tenía enfrente, esforzándose por coger una sola bocanada de aire a través de la sangre que taponaba su nariz y garganta, acariciando sus labios antes de desaparecer. Pablo corrió a abrazarlo e intentó levantarlo en volandas. Fue un centímetro de vuelo sobre el suelo y un crujido de espalda para el viejo, que sonrió con ternura al sentir su fragilidad y ver la de Jose reflejada en la suya».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Juan Burgaleta os lo agradeceremos.