Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Más Oscuro que el Negro es una epopeya bélica que se sumerge con maestría en los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial. Mientras Patton se apresta a cruzar al Rin y los soviéticos avanzan hacia Berlín, un tranquilo pueblo de Silesia llamado Leben asiste a los preparativos para la ejecución inminente de tres valientes disidentes universitarios. La inesperada llegada del temido coronel de las SS, Herbert Kappler, quien ha dejado un rastro de sangre en Italia, desencadena una serie de eventos que sumergen a la población en el terror y el caos, sin que nadie llegue a comprender el verdadero motivo de sus decisiones.
La obra explora las complejas dinámicas sociales, militares y emocionales durante estos momentos cruciales de la historia, ofreciendo una crónica magistral de los vaivenes humanos en medio del conflicto más catastrófico de la humanidad.
José Vicente Rubio Eire, EIRE, Madrid 1972, es abogado y doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. Tras innumerables viajes termina centrando su vida profesional como abogado entre España e Italia.
Conferenciante habitual, su currículo literario se inicia con la publicación de la novela el Tratado de Madrid, Caligrama 2019, y la dirección de la revista literaria El movimiento, donde se recogen varios cuentos suyos.
Más oscuro que el negro es su segunda novela.
«Sumérgete en una epopeya desgarradora que trasciende los últimos acordes de la Segunda Guerra Mundial: Más oscuro que el negro. Esta obra magistral, escrita con refinada destreza, no se conforma con la mera conclusión de la contienda; más bien, se adentra en la decadencia del Tercer Reich, revelando los desafíos cruciales que enfrenta la ciudadanía alemana mientras se deshace por completo una sociedad moderna».
«Valeria, había establecido un cordón de seguridad con sus muchachas, separando al público de los estrados, dando solemnidad al acto penitenciario.
Esa mañana estaba radiante.
Nunca le había perdonado a Magda que hubiese tenido un noviazgo con Bertolt. Valeria había sido la primera novia de Bertolt y el cervecero la había abandonado. Esa ruptura la había marcado de por vida. Para superar el bache, se había refugiado en los brazos de la por entonces su mejor amiga, Magda, e incluso las dos habían hecho promesa solemne de no dirigirle más ni la palabra, ni la mirada a Bertolt. Sin embargo, un par de meses después, Magda se había acabado por convertir en la nueva novia de Bertolt. No había visto venir ese doloroso y vergonzoso golpe.
Estas traiciones no se olvidan nunca.
Cuando Bertolt la había dejado también a ella, Magda se había disculpado, le había explicado cómo no se pudo resistir a tanto regalo, a tanta insistencia, y le había pedido perdón en un mar de lágrimas. La patética situación en la que Valeria la encontró en el hospital, la habían movido hacia la piedad y todo se lo había disculpado.
Sí, en ese momento la había perdonado, pero acontecía que luego Bertolt, nunca había acabado por volver con ella. ¿No la encontraba ya suficientemente joven? Y eso que ella hacía del cuidado de su forma física una religión, hasta el punto de exagerar en los entrenamientos a que se sometía e imponía también a sus pupilas. Como consecuencia, había terminado por cambiar sus líneas juveniles y frescas, por otras más musculosas, menos femeninas y atrayentes.
Bertolt se había casado dos veces, y ella, que también se había casado, siempre lo había esperado, pero nunca había podido obtener de él más que un revolcón de tanto en tanto. Y toda la culpa se la imputaba a Magda.
Los recuerdos de Valeria se vieron interrumpidos cuando vio al Standartenführer acercarse a la mesa de presidencia y quitarle de las manos, por las buenas, al magistrado, los folios que tenía en la mano. «Debe de ser el discurso que debe pronunciar antes de la ejecución», pensó.
No se tomó a bien el magistrado que le despojasen de forma tan abrupta de sus notas, por lo que hizo ademán de levantarse de su silla para protestar.
Fue una mala idea, pues un manotazo seco de Kappler en el pecho le devolvió a su asiento. Sintiéndose ridículo, el magistrado, para disimular, comenzó a arreglarse su toga roja mientras hacía carraspeos para calmar su enojo.
El coronel se acercó a un ventanal para leer el texto con calma.
La quietud tensa que se respiraba, no evitó que Valeria se abstrajese con sus introspecciones de nuevo.
Se acordaba del día en que Magda había vuelto a casa de sus padres, furibunda por las infidelidades de su primer marido. Ella se había portado como una buena amiga, escuchándola y consolándola, y todos sus buenos oficios le habían sido devueltos de la manera más ingrata posible. Magda se había acabado por enredar de nuevo con Bertolt, y no por amor, sino para vengarse de su primer marido y también de Bertolt. Pues en esta segunda ocasión, Magda jugó a enamorar a Bertolt, a provocar la ruptura de su matrimonio, para abandonarlo luego a las primeras de cambio.
Y ella, de nuevo, había estado cercana a Bertolt, escuchándole y ayudándole a olvidar a Magda. Pero esta vez, Bertolt no había olvidado a Magda, y después de torturar a Valeria una larga temporada con sus obsesiones hacia su amiga, se había procurado nuevas amantes, y ninguna de las elegidas había sido ella».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y José Vicente Rubio Eire os lo agradeceremos.