Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
En un posible futuro surgen algunas cuestiones: ¿Y si se nos facilitara morir cuando lo deseásemos? ¿Y si ésa fuera la solución a la superpoblación del planeta por parte de los mandamases? La vida y la muerte se dan la mano en Adyacentes, donde se testimonia tales contingencias desde la visión de dos familias que evolucionan atónitas ante este devenir.
Cuatro atletas que conviven en la misma habitación, cada una presa de sus incertidumbres.
Un niño absorto en su juego de miniaturas, distraído del despropósito de su padre.
Estos tres relatos conforman un tríptico que incide en los aspectos más básicos del ser humano desde todos los tiempos: la soledad, el juego, los miedos, la muerte y el amor. Todo ello, desde el contexto de los Juegos Olímpicos de París, pero eso es lo menos importante.
Enrique Javier González Alvarado (1969, Tenerife), es psicólogo con más de 30 años de actividad laboral. Ha publicado tres libros relacionados con la psicología, añadiendo perspectivas poco convencionales: Te vendo una Psicoterapia (2008), Emotricidad (2018) y Cómo Funcionamos (2023). Esta es la primera vez que publica ficción, aunque su dedicación a la escritura conlleva otras novelas y relatos ya escritas y felizmente guardadas.
Su trabajo como terapeuta en diferentes ámbitos, del que se siente muy honrado, le ha permitido conocer a muchas personas y condiciones, ahondando en sus rasgos menos visibles. Esa visión privilegiada le ha favorecido atisbar la esencia humana que destilan las personas atendidas que, de un modo u otro, le han inspirado en la elaboración de sus personajes.
«Como individuos, contemplamos cómo nuestro mundo avanza aceleradamente hacia un lugar incierto, compartiendo muchos la vergüenza ajena hacia quienes toman decisiones que nos afectan a todos y resultan ser altamente perjudiciales. Estos tres relatos pretenden dirigir la atención hacia las pulsiones más comunes de nuestra humanidad. Podemos encontrarnos a nosotros mismos con el reflejo de los diferentes personajes que van desfilando en esta pasarela por la que discurre también el pasado, presente y futuro de nosotros. Una lectura ágil y envolvente que invita a preguntarse hacia dónde nos dirigimos y si nuestras mejores virtudes pueden atenuar este declive que estamos viviendo. Nuestras señas de identidad al descubierto. Todo ello, con los Juegos Olímpicos de París de fondo.»
«El motivo no fue el insomnio, fue la necesidad de alcohol. Se levantó de la cama aunque, la calidez de la compañía y el buen mimo de las sábanas, completaban un marco idílico para allí yacer. Apenas una hora antes, habían hecho el amor con entusiasmo, convicción y, sí, buenas dosis de afecto y complicidad.
Sin embargo, abandonó con cierta inercia la cama, dirigiéndose primeramente al cuarto de baño y, tras recorrer un oscuro pasillo, un millón de veces recorrido, se dirige al sofá, situado frente al llamado aparato televisor, eje usual de su atención. Desaloja del sofá su chaqueta de trabajo color azul cobalto, casi marino, y se acomoda, ahora sí, como rey en su trono. Con un volumen solamente perceptible para él, enciende el televisor dispuesto a ejercitar nuevamente un ritual que, conforme la vida pasa, se va haciendo más frecuente. Selecciona un canal de forma inmediata, se levanta y se sirve whisky de la botella que empieza a dar muestras carenciales. Equipado con un vaso bien cargado en una mano y un mando a distancia en la otra, precisando el volumen idóneo para disfrutar del espectáculo televisivo a horas intempestivas, inicia el dejarse ir.
Acontecen las olimpiadas de París. Hay retransmisiones todo el rato, tanto en directo como en diferido, personas de procedencia múltiple, con pieles de tonalidades diversas, peinados y tatuajes llamativos y una continua advertencia en sus ejercicios: nos hemos ganado estar aquí, tú, sedentario espectador, no vas a estar en el centro del mundo.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Enrique Javier González Alvarado os lo agradeceremos.