Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Un escritor en crisis creativa adopta una medida desesperada: contactar con un amigo de la infancia que trabaja de correo para un peligroso narcotraficante y acompañarle en uno de sus trabajos para obtener nuevas ideas. La situación de su amigo es aún más difícil: su comportamiento chapucero ha decepcionado repetidas veces a su jefe y tanto su situación como su vida penden de un hilo. Puesto a prueba, recibe un encargo múltiple que debe cumplir en el transcurso de una noche, un trabajo asociado a gente peligrosa pero que no parece demasiado complicado; escritor y camello emprenden la tarea y la falta de experiencia de uno y la torpeza del otro hacen que la entrega se eche a perder de forma desastrosa. De inmediato se verán perseguidos por un conjunto de hampones sanguinarios y sin escrúpulos.
Ángel Ortega (Madrid, 1968) es autor de novela negra, realista y de terror, así como de historias cortas de nihilismo e introspección. Su novela El legado del cornezuelo fue finalista del premio Domingo Santos de Novela 2021. Su novela de fantasía urbana Franz se arrepentirá de todo estuvo en 2012 durante 3 semanas en el Top 5 de novelas de género en Amazon. Ha contribuido con relatos a las antologías Tormenta e ímpetu y La muerte. Instrucciones de uso de Tinta Púrpura Ediciones, Casa de huéspedes y Sueña y emprende de ediciones Ondina y es colaborador habitual de publicaciones online como NGC3660 y ficcioncientifica.com. También es músico e ilustrador. Cuando no hace estas cosas, desarrolla software para ganarse la vida.
«Yo no soy Pavel es una novela que no da tregua ni respiro: es una inmersión en un mundo delirante de criminales de la mano de un protagonista que deseaba ser espectador pero que se convierte en presa. Es una cadena sin fin de situaciones complicadas, soluciones de medio pelo, encerronas, narcotraficantes enamorados, influencers dementes, jefas de la mafia vinculadas con el vudú y descapotables de lujo maltratados sin piedad. Esta novela bebe de la estética pulp y de las historias modernas de delincuentes con la violencia de Edward Bunker, la verborrea y el humor negro de Tarantino y los entornos de pesadilla del cine neonoir. El estilo lacónico e incisivo, el juego meta-literario, los diálogos ágiles y la acción vertiginosa hacen a esta novela ideal para el lector que busca emociones fuertes y que no tiene mucho tiempo que perder».
«Vaya mierda. Qué difícil es empezar a contar todo esto. Quizá sea mejor empezar por el final, como sugería Patricia Highsmith; hablar de un tipo que busca desesperadamente algo en un lavabo. Ese soy yo: ensangrentado, aterrorizado, tratando de destornillar a toda prisa una maldita tubería que se resiste mientras al otro lado de la puerta se oyen golpes, gritos y disparos. Aunque quizá sea mejor empezar por el principio.
Mi nombre es Ángel Ortega y soy un escritor frustrado. Frustrado por múltiples razones; pese a llevar intentándolo toda la vida, apenas he publicado más que unos cuantos relatos menores en antologías dispares mientras mis grandes novelas se pudren en discos duros viejos. Esa es la frustración del escritor que no publica, conocida y padecida por muchos; pero en los días aciagos en los que empieza esta historia también tenía la frustración del escritor que no escribe. Algunos cursis lo llaman el pánico a la hoja en blanco. Eso es una enorme gilipollez porque escribo en un ordenador en letras grises y fondo negro. Sí, ya, sé que «en blanco» no se refiere al color y que este chiste malo no se puede hacer en otros idiomas, por ejemplo en inglés, porque ellos tiene las palabras «white» y «blank». Que les den a los ingleses.
Así que aturdido por mis noches de claro en claro y mis días de turbio en turbio (citar al Quijote, eso sí que es un recurso de autor injustamente inédito, maldita sea mi estampa) decidí hacer algo que me aterra: pedir ayuda.
Otro de los males que rompen la espalda del escritor frustrado es estar rodeado de gente con mucho más talento. Ellos trabajan más y lloran menos; escriben y corrigen y re-corrigen sin parar y bombardean sin piedad con sus textos a todo concurso o convocatoria que se planta cerca de sus miopes ojos. Y así, dale que dale, es como se consiguen las cosas, no sentándose en el bar a lamentar la ceguera del mundo ante tu genio y a beber un Jack tras otro; sí, ser un borrachuzo como Hemingway parece genial, pero no lo es, porque no eres Hemingway ni escribes como Hemingway ni tienes esos ojillos negros penetrantes ni esa media sonrisa. Además, personalmente, no iría a los Sanfermines ni secuestrado. Pero me estoy yendo por las ramas. De quien quería hablar ahora es de mi amiga Adela del Río».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Ángel Ortega os lo agradeceremos.
