
El grito de la foresta plantea romper los ciclos de progreso y decadencia del ser humano que se repiten una y otra vez a lo largo de los siglos, dar un paso más allá en la evolución de la especie para evitar su extinción.
Todo comienza con un periodista cansado de la rutina y una noticia en el teletipo que desembocará en una pandemia de origen desconocido que asolará el planeta diezmando a su población. Peter Harrison lo ha visto claro, ahora tendrá que convencer a un mundo escéptico de que la pesadilla ha comenzado. La inevitable intervención de los círculos de poder al más alto nivel pueden ser la solución o acelerar la catástrofe.
Cuando los principales servicios secretos entran en juego la tensión aumenta. Nadie está a salvo.
Oscar Truffaut, un excéntrico biólogo francés da un giro inesperado a los acontecimientos, enciende una luz de esperanza a la que Peter Harrison no duda en agarrarse, antes de llegar a la batalla final en un bosque de la campiña francesa.
¿Principio o final? En cualquier caso, el mundo nunca volverá a ser como era.
La obra recalca la fragilidad del ser humano como especie, su soberbia al considerarse cúspide de la creación. Sus protagonistas se enfrentan al dilema de reconocer la complejidad de la vida en nuestro planeta, que en realidad no es nuestro, sino que nosotros somos suyos.
Luis Miguel Alonso Suárez nació en León y como «los extremeños se tocan» Puerto Rico, Nueva York y Venecia son sus lugares favoritos. Se crio en la España de los años 60 en el seno de una familia humilde con un entorno cultural enriquecedor, su familia materna formó parte de la compañía de zarzuela de Placido Domingo, padre. El ajedrez, la poesía y la literatura formaron parte de su infancia, después la cinematografía. Adicto a la lectura, comenzó a escribir a los diez años, y nunca compartió su producción artística hasta muy entrado en años.
Enfermero y diplomado en gestión de servicios públicos ha dedicado su actividad profesional a mejorar el desarrollo de la profesión enfermera desde diversos puestos de responsabilidad y por ende el propio modelo de salud y la calidad asistencial de sus profesionales.
En la actualidad trabaja en el servicio de medicina preventiva del Complejo Asistencial Universitario de León, y preside la Asociación Española de Enfermería y Salud. Organiza congresos internacionales, imparte conferencias y cursos, escribe artículos científicos y de opinión en publicaciones especializadas.
Coleccionista compulsivo, vive rodeado de una importante biblioteca y cuenta con una filmoteca de más de diez mil títulos.

«Es el rastro señores, vengan y anímense, en El grito de la foresta encontrarán todo lo que busquen al mejor precio: Entretenimiento, fantasía, acción, reivindicación, filosofía, moralina, misterio, y más fantasía. Uno, dos y tres. Uno, dos y tres.
Una obra única y especial… como tantas otras, pero esta es para usted».
«Aquel martes el despacho de Peter había cambiado por completo su aspecto. Se había convertido en el centro de control de su investigación personal. En una pared había colocado una gran pizarra moderna, en otra parte grandes mapas de todo el mundo, y en la tercera un tablón adhesivo tres veces más grande que su tablón de notas habitual. En un bloque había anotado todos los datos que conocía sobre la epidemia. En los mapas tenía señaladas las zonas donde se habían producido brotes. En otro bloque tenía los países y continentes, y en otro las grandes porciones de terreno donde aún no había actuado el virus o lo que fuera, que estaba matando a la gente por millares. Aunque de cierta manera lo importante no era la cantidad de víctimas de la plaga, sino las características de su circunscripción. Morían todos los habitantes de la zona atacada, fuesen muchos o pocos. Una mortalidad del cien por cien ante una enfermedad era algo que la mente humana no estaba preparada para asumir.
Peter había comunicado a Javier los últimos datos sobre el ataque en África, y de nuevo habló con su jefe, Allan Runner, quien aún no estaba dispuesto a publicar nada, pero alentó a Peter para continuar investigando.
El periodista miró a su alrededor desde el escritorio, era como si esperase que al tener recopilados y a la vista todos los datos, una inspiración divina le ayudase a solucionar el problema.
Robert irrumpió en su despacho con una nota en la mano. —Peter, ha vuelto a suceder. Mira. —dijo entregándole el papel.
Harrison se levantó con tal impulso que la silla rodó hacía atrás chocando con la pared, mientras el periodista leía la nota, ajeno al estruendo».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Luis Miguel Alonso Suárez os lo agradeceremos.