Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
El corrupto marqués Julio de Egaña recibe de las Indias una partida de plata sin acuñar y a Simonorwa, una joven indígena obligada a servir en su casa. Esto desencadena una serie de disparatados enredos que implican a su estirada esposa Petronila, a la bruja Angustias «la Caballera» y a las espadachinas Remedios «la Nudillos» e Isabel «la Muñequera».
Sus caminos se cruzarán con una compañía teatral que debe salvar el corral de comedias donde actúan mientras resuelven un ardiente polígono amoroso entre los actores principales, Dámaso y Jimena; el dramaturgo Pedro Valderrama y el escultor Simón del Olivo.
La Sultana de Madeira es una novela de fantasía pratchettiano-costumbrista ambientada en la Castilla de los Austrias, centrada en las vidas de quienes nunca protagonizaron nada (hasta ahora).
Álvaro J. Perdigones (Sevilla, 1986). Es coautor del juego de rol Hombres Lobo Nazis del Espacio Exterior. Ha publicado las novelas Hamartia y El robo del fuego, editadas por Libros Indie. Además, ha publicado relatos cortos en la revista literaria online Libros Prohibidos y en el portal Lektu. Realiza trabajos de escritura comercial para empresas, localización de videojuegos y escritura de artículos especializados.
Ana Casanova (Madrid, 1988) es licenciada en Filosofía por la UAM y estudió el Máster en Escritura Creativa de la UCM. Se dedica a la docencia de idiomas, que compagina con su actividad literaria y práctica de la danza. Entre 2019 y 2022 fue codirectora de Libros Prohibidos. Ha publicado dos artículos de crítica literaria en Windumanoth y autopublicado dos relatos en Lektu.
«La Sultana de Madeira es una comedia de enredo de fantasía histriónica (¿o era «histórica»?) donde podrás encontrar humor de todos los colores, malentendidos atolondrados que no se resuelven hasta el final, magia de brujas y de sacerdotes, muchísima picaresca y bastante mala leche contra esa gente que siempre ha copado los papeles protagonistas, porque… ¿acaso son sus historias mejores que las nuestras?
Si te gustan los jubones con sombrero de ala ancha, los enredos sentimentales, reconocer la letra de una canción en mitad de un diálogo, que algunos entuertos se desfagan con un buen mamporro a tiempo, el mamarracheo puro y duro, y que los parias de la tierra ganen todas sus batallas, este es tu libro. También sale un frasco de altramuces mágicos, que siempre viste mucho».
«Salieron a la calle, siguieron el muro de la casa y pronto llegaron a la corrala colindante, en cuyo patio ya había un puñado de personas frente al escenario. Pagaron por dos asientos en los balcones y la función empezó poco después.
La obra se titulaba Que te perdone Dios y trataba de un censurable contubernio marital protagonizado por una mujer casada que daba consejo amoroso a su mejor amigo sin saber que el objeto de su deseo era ni más ni menos que su propio marido.
—Grande chabacanería es aquesta —farfulló Petronila mientras el galán simulaba el llanto—. Y ese joven tan apuesto… Lorenza, ¿tú describirías a ese mozuelo desconocido como "gallardo"?
—¡Voto a Santa Teresa de Jesús! —exclamó Lorenza, entusiasmada de poder conversar de literatura con su madre por una vez—. Diría que tiene una belleza efébica, por su forma de hablar sin duda diría que es galante y, aunque acusa una cierta falta de lozanía, no dudaría en calificarlo de…
—Cállate, hija, no quiero que la chusma te arroje repollos podridos a ti antes que a ellos.
En el escenario, por más que el protagonista intentaba disuadir a su amiga de darle consejos, esta le insistía en que luchase por la relación.
—"Quizá ella no gobierna su corazón" —declamó la actriz principal.
—Pero bien que anoche se lo trajinó —replicó el galán con una amargura que no concordaba con el tono de la escena.
Una voz surgida de entre las tramoyas susurró furiosamente:
—"¡No me aconsejes desde tu posición!".
—Ah, sí. "No me aconsejes desde tu posición" —se corrigió el actor.
—Tal vez necesitaba consuelo mientras él estaba en prisión —replicó la mujer con una sonrisa altiva, buscando con la mirada la complicidad del público.
—Madre, creo que están improvisando, pues esas métricas son extrañas —comentó Lorenza.
La voz de la tramoya, cardíaca perdida, volvió a apuntar:
—"¡No seáis necio, luchad por amor!".
Un espontáneo en los bancos del patio se levantó de repente y, tal vez movido por el aburrimiento de aquella pantomima, gritó:
—¡Que diga ya lo de que me amancebé con tu marido!»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes, Álvaro J. Perdigones y Ana Casanova? os lo agradeceremos.