
Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Fabio ha vuelto a la ciudad. Se fue hace meses huyendo de una vida llena de promesas incumplidas, de una familia distante, de una carrera sin acabar, de un trabajo alienante, pero sobre todo de Tony. Lo conoció cinco años atrás, casi por casualidad, y fue un primer amor feroz, de esos que ocupan todos tus pensamientos y te agarran tan fuerte que apenas te dejan respirar, de los que te hechizan, de los que estiran tus límites y los dan de sí, y te hacen cambiar tanto que, pasado el tiempo, casi ni te reconoces.
Esta noche, Fabio recorrerá Madrid en busca de Tony mientras revisita los escenarios que han ido marcando su truculento romance, para cerrar una herida que lleva abierta ya demasiado tiempo.
Jorge Codorníu (Madrid, 1987) es un apasionado creador de historias. Se aproximó a ellas desde el mundo del cine. Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, donde cursó Guion Cinematográfico por primera vez. Más adelante, amplió su formación en la Factoría del Guion y en la New York Film Academy. Su larga experiencia en el audiovisual es una influencia decisiva en las historias que cuenta y su ágil forma de estructurarlas.
Como buen millenial, ha tenido que reinventarse decenas de veces: ha sido editor, fotógrafo, productor, o realizador, en el ámbito de la publicidad, el cortometraje y el vídeo corporativo; pero también camarero, administrativo, inventarista y prevencionista.
Desde 2021 se ha centrado en la escritura literaria en Fuentetaja, donde ha desarrollado su primera novela.
«Las compulsiones son eso que haces a escondidas y que luego te avergüenza. El ansia irrefrenables de beber solo en casa para que las horas pasen más rápido, de encenderse un cigarrillo con la brasa del anterior, de acostarse con quien sea con tal de no pasar otra noche solo.
Las compulsiones son hijas del remordimiento, el producto de una vida entera sintiéndote defectuoso, el resultado de la ausencia de romances adolescentes y de una maduración tardía. Las compulsiones son lo que te joderán la cabeza durante años mientras te atas irremediablemente a alguien que te hace daño, porque crees que después de él no vendrá nadie más.
Las compulsiones pretende hacernos reflexionar sobre la melancolía, la ansiedad y el constante impulso de escapar de uno mismo a través de la vida de un veinteañero que intenta redimirse por medio de un amor que ya ni siquiera existe.»
«Otro fracaso sentimental. Esta vez, una ruptura por Whatsapp. Había sido yo. Un cobarde que no se había atrevido a afrontar las cosas cara a cara. Lo peor de todo era la sensación de haberme convertido en un ser despreciable, de haber hecho daño a la persona que me ayudó a recomponer mis pedazos después de Tony.
No había dolor, solo culpabilidad. Una culpa tan densa que embotaba el resto de sentimientos. Si Tony estuviera aquí me abrazaría a él fuerte. Follaríamos como cabrones hasta borrar la culpa y el pasado. Volveríamos a empezar.
Me incorporé lentamente. Mis dedos tejieron automáticos un perfecto cigarrillo de liar en cuestión de décimas de segundo. Siempre pensé que el color amarillento que teñía el interior del índice y el corazón me describían perfectamente. Hablaban de mi adicción al tabaco, claro, pero también de compulsión y caladas profundas que intentaban ahogar la ansiedad perpetua. De noches en vela iluminadas por el naranja de una brasa de cigarro. Aunque nunca pude verlo, también me sentía fuertemente identificado con el color de mi hígado. Y con el de mis pulmones, que notaba del tono del carbón. Cuando daba una calada honda, el humo descendía por la garganta, raspaba y me quemaba los alvéolos uno a uno. Por unos instantes, aflojaba esa presión constante que me recordaba que no me gustaba ser quien era. Notaba una calidez que me alejaba del cieno oscuro y frío de mi interior.
Cogí el móvil y no separé la vista de él en lo que tardé en llegar de la cama a la nevera. En esos cinco metros, ya había bloqueado a mi último intento de novio, me había fumado medio cigarro, y había vuelto a instalarme Grindr.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito93 y Jorge Codorníu os lo agradeceremos