Desde las épocas medievales ha existido la financiación alternativa. Durante los periodos de los grandes apellidos feudales y el apogeo de la Iglesia, sus protagonistas intentaban obtener mayores ingresos a través de la inversión en los diferentes negocios de éxito. ¿Cómo? Mediante cuentas partícipes, es decir, obteniendo un porcentaje de los beneficios de las mismas en proporción a lo invertido.
Este método nos ha acompañado en las diferente época de la historia, incluso fue utilizado para financiar el emblemático monumento de la Estatua de la Libertad neoyorkina en 1884.
Actualmente, el crowdfunding se conoce gracias al auge de proyectos famosos como la película El Cosmonauta (2013), primer proyecto español en financiarse por este sistema en España, o por el nacimiento del partido político Podemos.
Entonces, ¿nos encontramos ante el renacer del crowdfunding? ¿Cuál es el motivo por el que está en boca de todos?
La respuesta es sencilla. Estamos asistiendo al auge de esta fórmula de financiación alternativa gracias el desarrollo comunicacional que se ha producido en los últimos años, el internet de las cosas que ahora usamos para hablar de nuestra vida cotidiana y cuya cultura ha globalizado el mundo occidental.
Este fenómeno ha conseguido conquistar también al mundo de las finanzas, ampliando el abanico de posibilidades que una empresa o una persona tiene actualmente para emprender su camino en el mundo de los negocios, entender a sus futuros clientes, a sus fans, escuchar sus opiniones, testar y adecuar el proyecto a la realidad y a la necesidad del mercado.
Los proyectos que apuestan por el uso de las plataformas de crowdfunding están asumiendo la responsabilidad de llevar a su comunidad el beneficio de su bien, de su servicio o compartir su éxito, para lograrlo la comunicación debe ser constante y la escucha activa resultan clave..
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