Biografía del autor;
Joaquín González Acuña, autor de varias obras que ha encajado con envidiable armonía con sus lectores. La agudeza de su bolígrafo, inteligente, su lucidez narrativa le ha dado muchas satisfacciones morales y creativas. Personaje conocido ya internacionalmente por su buen hacer.
VIDAS ENTRELAZADAS
El día era raro, se sentía raro, no sabía porque. En el trabajo las cosas habían ido bien, es más el trabajo que tuvo que realizar, no le causo ningún problema, como él se creía, todo lo contrario fue más fácil de lo que había pensado. El tiempo que le habían dado para poder realizarlo, era muy bueno, con él podía ganar unos incentivos, porque al poder acabarlo antes, era recompensado. Pero no lo haría con mucho tiempo de anticipación, aunque pudiera hacerlo, porque así la próxima vez que lo volviera a tener, o algún otro compañero, no les vendría con una rebaja de mucho tiempo.
Todo había ido bien, pero era sensación, de que no sabía que le embargaba y ahora en su habitación sentado sobre su cama se miraba. Como había cambiado su vida, que distinto era todo aquello a donde él había vivido. Estaba nevando, en su pueblo nunca nevara, o a lo sumo que el recordara, una vez en su pueblo habían caído unos copos de nieve, que al llegar al suelo ya desaparecían. Si recordaba que la gente había salido a la calle contenta, ante aquel acontecimiento novedoso en el pueblo.
La vida en aquellas latitudes era muy distinta. Por un momento cerro los ojos y se vio en su pueblo. Era joven. Trabajaba en una fábrica de hacer redes para los barcos de pesca.
Su padre había muerto hacia uno años. Lo que cobraba su madre era muy poco, porque su padre había muerto trabajando en la mar, pero en los barcos de bajura, es decir en los barcos de la pesca diaria. Si su padre hubiese muerto en la altura, en los barcos que van al “gran sol” o los barcos que van al bacalao, bonito, etcétera, los hombres que trabajan en estas artes, las viudas cobran más. Pero como su padre había enfermado por culpa de un golpe de mar cuando trabajaba en altura, que lo lanzó contra una maquinilla, a partir de ese golpe tuvo que recuperarse durante un tiempo. Luego ya no tenía plaza para volver a embarcar en un barco de esas características. Lo que le obligó para poder vivir ir a los barcos más pequeños, esos que iban al día. Se ganaba menos y la cotización a la seguridad social también era más pequeña, eso hacía que si pasaba una desgracia, la viuda cobraba una miseria. Era por ello que el empezó a trabajar más joven para ayudar a su madre. Abrió los ojos. Aquella sensación persistía. No sabía a qué achacarla. Se miró en el espejo. Había cambiado y casi no se había percatado de ello. Ahora al verse reflejado se vio distinto, no es que hubiera engordado, ni mucho menos, pero su cuerpo se había hecho adulto. Estaba más fuerte, mejor formado, su misma cara era más viril. Media uno setenta y algo, moreno, sus facciones era muy agradables, lo que se diría un hombre guapo. Unos ojos grandes, negros, el pelo corto, la barba que ya no era incipiente, si no cerrado de barba, su cuerpo bien formado, todo el resultaba muy agradable a la vista. Él se había percatado de ello, e intentaba sacarle partido al máximo de su persona.