Domingo, 15 de agosto. Bajo un calor estival asfixiante y el periodo vacacional, el país se encuentra paralizado. En esas condiciones, sofocantes, acaba de producirse la desaparición de un bebé de apenas un año, que se encontraba al cuidado de su abuelo, un hombre extraño, huraño y solitario. Los padres de la criatura han acudido a una celebración familiar en el norte de España. El paraje en el que ha tenido lugar el accidente es una urbanización en los alrededores de la ciudad de Toledo. La ciudadanía, entre indignada y morbosa, de inmediato, se echa a la calle y se hace parte integrante de la atmósfera reinante. Los escasos efectivos disponibles inician la búsqueda. La obstinación de los personajes es el hilo conductor del relato, sobre el que sobrevuela el fatalismo del once de septiembre.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Cipriano Puente Rubio.
Nacido el 19 de julio de 1962, en Pulgar, provincia de Toledo, en cuya capital reside en la actualidad. Maestro, pedagogo, ha realizado un sinfín de trabajos diferentes dentro de la carreta docente: ha sido educador en una Educación Infantil, maestro, orientador, asesor en la Administración educativa e inspector de educación desde 2005. Valora sobremanera la honestidad, la fidelidad y la amistad. Comprometido y disciplinado. Ávido lector, se decanta por Disckens, Dostoievski, Balzac, Pérez Galdós, Vargas Llosa, García Márquez, Philip Roth, Paul Auster, Jhon Irving, Ángel Valente, Juan Goytisolo, Saramago, Houllebecq... Si solo pudiera salvarse una obra, elegiría El tambor de hojalata. Sostiene que Spotify y WhatsApp son las dos redes sociales que valen la pena; las demás habría que repensarlas. Se toma en serio lo justo a sí mismo. No necesitó caerse en una marmita ( Obélix) ni que le picara una araña para tener un don sobrenatural: nació con el paladar recubierto de amianto, lo que le permite tomarse el café directo de la cafetera y, así, gana tiempo para visitar a su padre en la residencia de ancianos de su pueblo, realizar deporte (futbolista hasta los cuarenta y nueve años; después: spinning, yoga, ciclismo, pádel,...), hacer barbacoa con la familia en verano, leer, compartir con los amigos; ver series, House, Juego de tronos, Narcos, Chernobil (¡por supuesto!), Walking Dead (¿alguien más la sigue viendo?). Novelista y relatista.
«Los Miserables han movido la Humanidad más que cien guerras (Vargas Llosa dixit); pocas cosas habrá tan ciertas como la sentencia anterior. Cuaderno de la obstinación, con humildad, pretende, sumergirte en una encrucijada intelectual. Bajo un sol abrasador, el del agosto toledano, a través de múltiples perspectivas —la de los distintos personajes—, que van mudando según avanzan las páginas, la tragedia —encontrar a un bebé— se convierte en un ejercicio y una responsabilidad de todos. Colabora. Desde fuera, olfatea, porque la novela tiene olor (aunque no siempre es un aroma); tiene su propio sonido (sin que sea un audioguía) y, sí, tiene sabores.... Vargas Llosa tiene toda la razón, para empezar la literatura puede sostener una vida».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«El once de septiembre es una efeméride a nivel mundial que conmemora una de las fechas más fatídicas y aciagas de la Humanidad. Así es desde 2001.
Vicenta, mi madre, murió exactamente diecisiete años después. Pero, es que en nuestro ámbito familiar se repetía infortunio. En 2009 falleció el hermano mayor de mi madre, mi tío Emeterio, viudo, sin hijos, el hombre bueno, en ejemplo para sus más cercanos al que quisimos parecernos.
La relación con mi madre fue siempre trabada y difícil, con rachas en las que se convirtió en muy difícil. Para no dispersar la atención, en otra ocasión contaré esa última vez que estuve en su compañía (apenas veinticuatro horas después tuvo lugar el desenlace).
Sería un estúpido si me quejara porque ella me exigiera en todos los órdenes más que a los demás. El presente relato avanzaba deprisa justo cuando se consumía; no creyendo en cuestiones paranormales, un aire de cola soplaba ayudándome como no me había ocurrido antes: las líneas se definían; las escenas, los párrafos, las palabras que quería, venían a mí.
A nadie debe extrañar que, cada año, los peores presagios pasen por mi cabeza el undécimo día del noveno mes».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Cipriano Puente Rubio vea publicada su obra.