Una niña con un ataque de risa que la lleva a pasar horas en urgencias, una mente que se despierta en un cuerpo que la rechaza, un cuerpo que no es lo que parece y que se convierte en un valle inquietante para los otros, una muñeca con un nombre imposible o un hombre al cuidado de una planta muy particular…
En este conjunto de relatos, la soledad, la tristeza o la incomprensión arrastran a los personajes a situaciones aparentemente inverosímiles. Personas que se sienten ajenas al mundo que les rodea y que rechazan la norma establecida. «Sentirse ajeno al mundo en general puede parecer una locura, pero es la clase de sentimiento que delata a las personas más cuerdas».
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Gisela Mato.
Nacida en Ginebra (Suiza) en 1978, hija de emigrantes, retorna a Galicia con su familia en 1991. Licenciada en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela, trabaja en el ámbito de los recursos humanos dese hace más de una década. Bloguera, autora de fanzines y poeta en turno de noche, escribe ficción desde los once años. Tras ganar algunos concursos literarios, busca dar a luz a este primer libro de relatos.
«Posiblemente etiquetable bajo el género fosco, los relatos que componen este volumen mezclan el terror de lo cotidiano con la crítica a la deshumanización que vive nuestra sociedad. Humor y mala leche se mezclan para componer un patchwork de historias que se leen como quien se toma una ronda de chupitos: la garganta solo arde después del último trago».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Recoge la mesa. Ahora come solo. Lleva meses haciéndolo. Antes, estaba Melisa. Antes de la tormenta, antes del vacío negro, del punto y aparte. En fin, del final. Si hace un esfuerzo, puede recordar con todo detalle cómo comía Melisa las tostadas, por dónde empezaba a beber el café con leche, la dosis exacta de azúcar que utilizaba, su forma de masticar. Podía imaginar que aún estaba ahí, en el baño, lavándose los dientes, en la entrada, calzándose las botas para ir a trabajar, diciéndole que en las rebajas compraría zapatos, que estaba harta de verse siempre con ellas. Podía incluso sentir, por un instante, su beso de buenos días en los labios, su mano bajando por su espalda y ciñéndole una nalga. Podía sentir que Melisa aún estaba ahí.
Pero ahora friega los platos. Lo hace solo. Y empuja la silla en la que ahora está el cuerpo. Un vegetal sin alma. Un cadáver. Él lo llama «la planta», porque solo necesita reponerle el suero y vaciarle la bolsa. A veces la limpia con un trapito húmedo, como se limpian las hojas de las plantas de interior para facilitar la fotosíntesis. A Melisa le gustaban las plantas. Esta es la única con la que él se ha quedado.
Melisa murió aquella noche. Se quedó echa un ovillo sobre la acera, rodeada de un charco de sangre. ¿Su sangre? Murió allí el día en que sencillamente volvían del trabajo. No habían discutido, no venía nervioso al volante, lo sabe. Lo ha repasado millones de veces en su cabeza. Un accidente absurdo pero fatal.
Y ahora la planta. Un legado que le entregaron en el hospital, el día en que murió Melissa. Él tiene la certeza de que la planta, es una tarea que le han encomendado para entretenerle, para que no se vuelva loco».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Gisela Mato vea publicada su obra.