Augusto Laurel, un escritor frustrado debido en gran parte a su perfeccionismo, decide suicidarse. Para ello, necesita escribir una nota de suicidio que lo represente, que sirva como una obra final y permita comprender sus motivos. El problema viene cuando no logra terminar esa nota y la corrige noche tras noche, condenado a seguir vivo un día más.
Al conocer a Silvia y comenzar una relación amorosa con ella, no se ve capacitado para contarle que escribe una despedida, por lo que miente y dice que sigue escribiendo la novela que nunca logró terminar, una novela sin conflictos. Ella lo ayuda a continuarla y ambos escritos se entremezclan y evolucionan uno junto al otro, haciendo que Augusto se replantee su vida, su muerte y su obra.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Jesús Navarro.
Escritor, guionista, y bailarín, dato este último que no afecta mucho a su descripción como autor, pero que no deja de ser cierto. Hay que decir también que se licenció en Comunicación Audiovisual por la Complutense, dato aun de menor importancia, y que ha estudiado y se ha preparado para ser escritor durante casi toda su vida. Pasó por la academia Proscritos de Torrelodones, por la escuela Fuentetaja, e hizo el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, donde se le ocurrió la idea para esta novela, aunque decidió no escribirla, por entonces.
Esta es su primera novela. Sin embargo, sí ha estrenado varias obras de microteatro, y quizá ya haya estrenado alguna obra de teatro para cuando hayas leído este libro, si sus deseos más optimistas se cumplen.
«Dicen que las novelas que tratan sobre la muerte en realidad están hablando de la vida. En esta se habla y se divaga sobre ambas y sobre el amor y la escritura, con sentido del humor, tragedia y nihilismo. Es un viaje, sin moverse mucho de sitio, por la mente de Augusto Laurel, narrado por él mismo de una manera tan personal que reconocerías una página al azar de una de cualquier otro libro, Augusto es un tipo que duda y fantasea y cambia tanto de opinión como la mayoría de nosotros».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Como lector siento, a veces, que solo hay un autor universal al que contribuyen todos los que escriben, a modo de escribientes. No, no tanto escribientes como portadores de la universalidad de la literatura. Alguien habla sobre la muerte, por ejemplo, y otro parte de ahí para llevarlo un punto más allá. Así evoluciona el pensamiento. Eso se llama cultura. Otra cosa es leer a los portadores anteriores y empeorarlos, o aún más grave, copiarlos sin más aspiraciones, como si fueran entes superiores a los que parecerse sin más, sin voluntad de superarles, de rebatirles, o aunque sea de mezclar su influencia con la de otros autores o de nuestras vidas. La idea es crear un documento único, por muy influenciado que esté, que ahí reside la magia, en tomar lo que ya existe y realizar con eso una obra que merezca ser leída, un documento que a su vez se pueda transformar y superar por otros. Y yo quiero ser uno más de ese escritor universal, me bastaría una aportación breve. Que cualquiera que se vaya a suicidar y se plantee cómo escribir su última despedida pueda tomar la mía como modelo y a partir de ahí vuele, tal vez incluso de modo literal, desde una ventana abierta. O cerrada, que puestos a suicidarse cayendo de un edificio y sabiendo que el cuerpo quedará hecho un burruño poco importan unos cortes ocasionados por los cristales de la ventana, hasta entonces cerrada y después quizá ya nunca del todo. Evitar ese jaleo podría ser uno de los motivos por los que prefiero morir en la intimidad de mi cuarto y que me encuentren cuando me tengan que encontrar. A todo esto, creo que debería poner fecha a mi nota de suicidio y así ahorrar trabajo a forenses y policías, y de paso hacer sentir culpables a mis allegados. No debimos dejarle tanto tiempo solo, dirán. No le visitábamos lo suficiente. Tampoco él escribía nunca».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Jesús Navarro vea publicada su obra.