El miedo, curioso personaje que nos acompaña… ¿te has preguntado alguna vez cómo respondes ante él?, ¿te enfrentas, o quizás lo huyes, lo silencias y cierras los ojos para no ver?, y lo que es más importante, ¿puede desarrollar tanto poder como para hacerte perder el control sobre lo que es real y no lo es?
Andrés, psicólogo y experto en el estudio de la personalidad criminal deberá responder a estas cuestiones: varias mujeres han desaparecido misteriosamente en la ciudad de Vigo y la Policía, desorientada, decide recurrir a él para que colabore en la investigación. Sin embargo, la presión social, la grave enfermedad de Lucía, su pareja, y la desaparición de Madune Castro, una de sus pacientes, le somete a un estrés difícil de gestionar. La angustia se ceba poco a poco en su psique hasta que un desencuentro con Lucía le exige tomar distancia, alejarse para restaurar su propio equilibrio emocional.
Un recuerdo le conduce hasta el parque forestal de Zamanes, un lugar perfecto para tomar aliento y liberar las emociones densas que le arrebatan el sueño. La maraña de caminos y los diferentes escenarios aguijonean su curiosidad, guiándole a un lugar diferente del resto; un lugar extraño, presidido por una higuera torcida y vigilado por decenas de árboles sombríos. En él, Andrés será testigo de un acto atroz cometido por un hombre que cubre su rostro con una capucha de tela, ¿quizás es el mismo que torturaba a Madune Castro en las pesadillas que ella le relataba?, ¿quizás es el mismo que un testigo decía haber visto en el escenario de una de las desapariciones…, o el que esa misma tarde había visto en los alrededores del parque forestal al volante de un Jeep Grand Cherokee oscuro?, ¿sería también ese coche el mismo que había recogido a una mujer aquella tarde delante su casa?
Fuese o no ese hombre, para Andrés acababa de comenzar una dura batalla para salvar su vida, una persecución voraz, no sólo a través de aquel bosque oscuro, sino también a través de su alma pues todavía no es consciente del verdadero mal que oculta la visión de aquel ser.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy presentamos a Germán Pardo Lázara:
Nací un 23 de diciembre de hace 49 años. Crecí feliz con el ansia de que llegasen los fines de semana y las vacaciones. Laro, el pueblo donde pasaba esas fechas constituyó mi referente de la felicidad, de la libertad, del cariño por los animales, los amigos y por las personas que me cuidaron.
Me hice adulto como todos; con luces y sombras. En la búsqueda de una estabilidad aprobé oposiciones a la Policía Local y, actualmente, soy Oficial de Policía Local en Vigo. Cursé estudios de Trabajo Social, y he leído, y leo, todo aquello que despierte mi ansia por conocer el mundo y a mí mismo. Felizmente casado (hoy en día) tengo dos hijos maravillosos y alterno mi profesión con la práctica de mis otras pasiones: el teatro (actor de la compañía Desfeita Teatro), el deporte al aire libre, conducir mi moto y tocar la guitarra.
«Esta es una novela de contrastes, un thriller psicológico que conducirá al lector a la reflexión sobre emociones poderosas como el miedo; también a entender cómo luchar o huir, conductas innatas en nuestra psique, son capaces de determinar nuestras propias acciones y respuestas ante lo desconocido. Veremos luces y sombras, capaces de mantener una tensión argumental constante en sus dos espacios: el bosque, cómplice y delator, y la ciudad; escenario final de condena o salvación».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Frente a él observó un gran cilindro de piedra de un metro de altura; se trataba, sin duda, de la rueda de moler del antiguo molino. Encima había algunos tablones de madera y un botijo con el asa rota que permanecía en una esquina. A la izquierda, siguiendo la pared hacia el fondo, la luz apenas llegaba. A su derecha, a través de los ventanucos, contempló un bosque envuelto en la negrura, siniestro, sometido al vaivén sedoso de sus árboles y envuelto en los cantos de sus huéspedes. El eco de una tormenta resonó en el horizonte.
En el fondo de la habitación, varios metros por detrás de la piedra de moler, había otra puerta. Andrés caminó hacia ella dispuesto a investigar hacia dónde conducía. Un trueno poderoso bramó cuando bordeaba el cilindro y la lluvia arreció al instante. Tuvo un presentimiento; como si alguien le observase desde la oscuridad. Barrió con su mirada la estancia y a su izquierda, en una esquina, acertó a distinguir una silueta oscura. El corazón le empezó a latir con fuerza y, sigiloso, introdujo la mano en la cazadora para agarrar la piedra que había recogido en el camino. Agudizó el oído, pero el rugir de la lluvia diluía cualquier otro sonido.
El tiempo corrió angustioso sin que nada sucediera. Entonces, la figura realizó un minúsculo movimiento y Andrés, con suavidad, comenzó a retroceder de espaldas. El primer paso fue lento y sin novedad. Le siguió otro más. Un tercero, lo mismo. Cuando llegó el cuarto sintió un contacto; asustado, echó con rapidez la mano hacia atrás y golpeó algo, su cerebro trabajó rápido y le advirtió de lo que había sucedido: el cilindro de piedra, los tablones y el botijo que ya rodaba por las tablas. Quiso reaccionar, pero la explosión contra el suelo de la pieza le hizo saber que ya era tarde. Tan solo medio segundo de conmoción, luego regresó la vista hacia el vértice de la habitación: dos ojos amarillentos y brillantes le observaban abiertos de par en par; Andrés ahogó un grito. De súbito, una explosión procedente del cielo, una descarga eléctrica que estalló como un latigazo. Durante una fracción de segundo todo se iluminó como si fuese pleno día y aquellos ojos saltaron sobre él, aullando endemoniados».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Germán Pardo Lázara vea publicada su obra.