Donde se encuentre el límite de la ética, la lealtad, el compromiso, hallaremos a Ennia, en su dilema moral que se entrecruza con su impulso vital. Su vida ordenada como auditora en Hacienda, se compatibiliza con el dolor de su vida íntima, por la enfermedad rara de su marido, incapaz de comunicarse con ella, ni tan siquiera con la mirada. Todo ello en el marco de una ciudad-estado que ha suprimido la violencia mediante el control psicológico de sus ciudadanos. El Rectángulo, ciudad utópica que invade límites distópicos donde conviven personajes siempre presentes en todo tipo de sociedades.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Mirta Chamorro Mielke.
Nacida en La Rioja, estudió Bellas Artes en la prestigiosa Escuela Massana de Barcelona. Posteriormente, en Madrid, desarrolla su carrera como pintora y diseñadora, junto a su afición literaria. Actualmente reside en Asturias, donde trabaja como pintora y artesana. Ha sido subdirectora de la Revista Peliart, Guía de Concursos Periodísticos, Literarios y Artísticos, hasta que se dejó de editar por la llegada de Internet. Finalista en numerosos concursos literarios de prestigio, entre otros, el Premio Nadal, Sésamo, Adonais. Ha obtenido varios premios literarios, Hucha de Plata, Manuel Oreste, y otros. Fue Premio de la Crítica de Asturias en 2016, en la modalidad Prosa en Castellano.
Ha publicado el libro de poesía Antesala de ayes y el de relatos Once voces humanas. Sus obras figuran en numerosas antologías de VVAA.
«El modo en que cualquier persona se enfrenta a sus dramas, angustias, dilemas, y la decisión de afrontarlos constituye una especie de fenómeno cotidiano. Describirlo es tan complejo como vivirlo. Siendo lectora, a menudo observo que se narran hechos de los protagonistas de un modo similar a una actuación de robots, sin mostrar el componente anímico. En El Rectángulo trato de relatar ese íntimo universo vital, que nos guía en la existencia».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Cuando sale de su oficina dirige la vista escrutadora a los peatones que miran solamente al frente con sus direcciones ya trazadas, a la hora del hambre que destila adrenalina. Están nerviosos, pero vierten hacia adentro sus sinsabores, en el autobús, en el metro, en las colas de los semáforos demasiado lentos para sus estómagos. Desde el edificio gris de Hacienda salen los pillados, preguntándose de qué modo hacer frente a una deuda imprevista, inocente para muchos; consabida y temida para otros.
Ennia examina los rostros contrariados, no se alegra, se nota ajena, pero cuando su coche atraviesa el río comienza a penetrar en su propia existencia y envidia a los pillados, a los traidores y los simples, a los que no tienen buen fin de mes y a los ricos inapetentes; envidia a los que transportan enfermedades leves, a los desenamorados, a los incautos, los infieles, a los crueles, envidia a todos y se yergue en la más trágica de las personas. Cruza el puente que la había alejado de sus negros pensamientos y cae sobre ellos del modo más rotundo. Mira de soslayo al río que les une a todos, el río que aman todos y cada uno, el río más bello. Se promete pasar allí la tarde, con Hugo, y volver a casa cansados ambos, con promesa de sueño.
Un semáforo enrojece, otro reverdece, pasan sujetos desconocidos, apenas delimitan sus ejes perpendiculares al asfalto donde rueda distraída. Se acerca a su zona residencial sorteando curvas y barrancos que rellenan las colinas cortadas en bisel desde las líneas fijas de El Rectángulo. Urbanización El Betular, divisa las construcciones entre bosques de abedules, manchas de coníferas y otros árboles contraste que plantaron los habitantes en sus jardines de ensueño, como ella, creando tanta vida para llenarla de un idilio constate, junto a Hugo. Dobla una esquina y llega a su casa, la que construyó discutiendo con el arquitecto para hacerla como ella quería, fuera de estereotipos y costumbres, sólo ella, con la anuencia de un marido más propenso a pasar de todo. Una casa es igual a otra, —decía—, por qué pintarla de colores, lo mejor es el blanco... ¿muebles de estilo propio?, para eso están los estandarizados, son los creados para más tipo de gente, ¿es que somos diferentes? ¿Es que no se había dado cuenta? Son diferentes, o lo es ella, en su cualidad silenciada, mujer callada que oculta un universo rico, paisajes sorprendentes, unidades sonoras que le acompañan en sus desplazamientos, ideas magníficas. Ella, diferente en su mundo de iguales, en su rectángulo unificado, de lados paralelos y ángulos perfectos, el rectángulo que imita las líneas nítidas trazadas de antemano por algún ser que quiso asemejarlo en los lóbulos del cerebro».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Mirta Chamorro Mielke vea publicada su obra.