La Comarca del Olvido se desarrolla en un paraje imaginario del norte, cerca del mar Cantábrico. Un lugar en el que las creencias de su gente marcan sus vivencias. Allí un siniestro personaje, Benito Rico Valdemontes, político de la Comarca, intenta reinterpretar la historia del lugar a través de una elaborada estrategia que le lleve a satisfacer su desmesurada ambición de poder. Sin embargo, la Comarca no solo alberga peculiares habitantes, sino que esconde un gran secreto que hace que sus habitantes no puedan recordar.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Alberto Ponti.
Nació en Turín (Italia) en 1959, donde vivió los primeros 25 años de su vida. En el año 1984 se embarcó en la aventura de emigrar a España, asentándose primero en Bilbao y más tarde en Guriezo y Castro Urdiales (Cantabria). Durante gran parte de su vida se ha dedicado a proyectos de emprendimiento social y desarrollo de economía social y solidaria dentro del mundo cooperativo. Es autor de diferentes contribuciones sobre el desarrollo del modelo de cooperación de iniciativa social.
Su gran interés por la literatura y el estudio de la lengua, le ha impulsado en los últimos años a adentrarse en el mundo de la escritura de novelas.
«uestra vida pasa por diferentes fases. En cada una de ellas podemos encontrar pequeñas o grandes cosas que dan sentido a nuestra existencia. Estaba en deuda conmigo mismo desde hace años. Este “debe” era la escritura. Durante gran parte de mi vida profesional tuve que destinar la letra a la redacción de proyectos sociales, informes de gestión y un largo etc. Solo recientemente he vuelto a la narrativa, retomando el placer de escribir historias fantásticas e irónicas en las que, tantos los valores como las miserias humanas, tienen su lugar en los mundos vitales de sus personajes.
La Comarca del Olvido es mi segunda novela, tras El durmiente temerario y el primero que sale del círculo más íntimo para embarcarse en la aventura de la edición. La única manera para que su periplo llegue a buen puerto es que tenga lectoras y lectores. Esa es la razón por la que pido vuestro apoyo y complicidad para poder compartirla con más gente Gracias a todas y todos por acompañar mi ilusión».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Juan Ramón era uno de los olvideños, un nativo para entendernos. Un ser entre tantos, un producto del destino que tildaba a aquella población y su gente como un lugar de escaso interés para el progreso de la sociedad. La verdad que el nombre de la mencionada Comarca no animaba a instalarse de forma estable y continuada. Sin embargo, hubo un período en el que la Comarca del Olvido vivió su tiempo dorado. Dorado para algunos y de hojalata para otros. La burbuja inmobiliaria estaba en pleno auge y las fincas en las que mansamente pastaban lanudas ovejas se transformaron en rentables terrenos urbanos. La corporación local los recalificaba y ganaba adeptos a montones y conseguía, sin muchas dificultades, perpetuarse en el poder. En todo caso, tal “impecable” gestión les ponían en una buena posición en la parrilla de salida para las siguientes elecciones.
Los políticos de turno hablaban del milagro de la Comarca del Olvido, de un gran paso para la economía de sus habitantes. Tan meritoria gestión estaba acompañada de otras prácticas menos honestas, pero más beneficiosas para sus gestores que, por rigor, no podemos mencionar por falta de pruebas fehacientes.
Hay que reseñar, sin embargo, que los pocos que no tenían terrenos se acordaron de la madre del alcalde y dejaron de ser paisanos olvidadizos.
Entre tantos olvidos, nos estábamos dejando en el tintero a otros especímenes humanos que podríamos definir cómo los nuevos colonos. Gente de todo tipo que escapaba de las urbes para buscar el verde.
Unos pocos eran ecologistas otros, la mayoría, eran familias de urbanitas que no sabían lo que querían de verdad, pero pasar de un piso de una zona industrial a un adosado, les hacía sentir que su nivel social había experimentado un salto significativo. Había personajes que lo único que les interesaba era presumir de chalet asfaltado hasta la puerta de casa, instalar piscinas en los lugares que antaño había abrevaderos y quejarse de que tenían que convivir con el aroma animal de los diferentes rebaños que deambulaban por la zona.
Por justicia hay que señalar que también había personas y familias normales que, sin más, les agradaba vivir en el campo. Los indígenas tampoco eran un ejemplo de militancia ecologista y de desarrollo sostenible. Añoraban los bosques de robles y las plantaciones de manzana que en su día eran un icono de la comarca.
Un verdadero despropósito, un ejercicio de hipocresía colectiva. Ellos mismos habían talado los bosques de sus antecesores para plantar árboles australianos que proporcionaban mayor rentabilidad. Pero como se sabe “El Bien Común” es el menos común de los bienes y quejarse es gratis.
En todo caso, años después, la Comarca se encontraba en la misma situación que el Gato Schrödinger, nadie sabía si estaba viva o muerta.
Nadie quería abrir la caja de los problemas, no fuera que se descubrieran algunas evidencias poco deseables».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Alberto Ponti vea publicada su obra.