Raquel, la redactora jefe del Nuevo Foro, acaba de perder su relevante cargo en el periódico fundado por su difunto marido en los tiempos de la transición española. El nuevo consejo de administración dominado por el fondo de inversión italiano, que había acudido a salvar la empresa, no se anduvo con miramientos a la hora de apartarla de la dirección del periódico, debido a la férrea oposición que había mantenido frente el grupo transalpino arribado a Madrid.
Como consecuencia de este fracaso profesional, su vida ha cambiado dramáticamente, y ahora se ve abocada a una aguda crisis emocional de la que intentará salir apoyándose en su hija, María. Una joven, hasta entonces independiente, pero que, en adelante, se verá arrastrada por las delirantes ensoñaciones de una madre que permanece atada al recuerdo de un esposo muerto tres décadas atrás.
Fantasía y realidad van de la mano en esta fascinante novela en la que los antepasados cobrarán vida conforme avanza el relato; porque la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Joseba Itxaso.
Nacido en Bermeo el 3 de diciembre de 1957 envuelto por las brumas y el salitre de una ventosa tarde de otoño. Con el correr de los años, y después de haber navegado por medio mundo, decidió cursar los estudios de Capitán de Pesca. En los siguientes treinta años, su vida quedaría ligada profesionalmente al mundo de la pesca industrial del atún tropical, desempeñando las funciones de Capitán y Gestor de Flota.
A partir del año 2013, se desvinculó completamente de la actividad pesquera para dedicarse a la escritura. Lector, antes que escritor, su afición literaria había tomado cuerpo en aquellas horas nocturnas en las que el escenario conformado por las centelleantes estrellas le invitaba a dejar volar la imaginación. Así fue cómo el futuro autor recreó las aventuras que más adelante se trasladaron al papel en sus dos primeras novelas históricas: Nada sabes de la quinta estación y Arane: Crónicas de hierro y fuego. No serán las últimas, porque tres décadas dan para contemplar muchos amaneceres y ocasos; una jornada tras otra, observando siempre el mismo horizonte: una infinita y misteriosa línea de mar a la que es imposible situarle un comienzo y un final. Siempre inalcanzable por mucho que avancemos hacia ella; quizá, sea por ello, que esa virtual frontera nos invita a imaginarnos otros mundos por descubrir, como es en el caso de La gruta de los sentidos, la tercera recreación literaria que Joseba Itxaso presenta al lector inspirado en las cálidas noches tropicales. Allí, donde nunca dejan de brillar las constelaciones suspendidas sobre los mares del sur.
«Los sentidos nos permiten percibir las diferentes realidades que se nos presentan a los humanos en nuestro día a día. Sin embargo, ante ciertas situaciones extremas, nuestra mente corre el riesgo de sentirse desbordada y, en consecuencia, reacciona bloqueando dichas sensibilidades como un medio de defensa ante las experiencias desagradables de la vida. Nuestra protagonista, Raquel de Aranguibel, es un claro exponente de este supuesto posible, o imposible; porque serás tú, mi querido lector, quien habrá de sacar sus propias conclusiones, después de leer los hechos que aquí se relatan.
Por lo común, decimos que una persona es sensible cuando es capaz de reaccionar emocionalmente ante un hecho concreto. Sucesos, a los que ese individuo, sea hombre o mujer, se enfrenta, manejando el conjunto de los cinco sentidos reconocidos por Aristóteles, hace casi dos mil cuatrocientos años. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esa misma persona se enfrenta a unas situaciones que se perciben más allá de los sentidos comúnmente aceptados? ¿Podemos seguir manteniendo que nos hallamos ante una cuestión inteligible, cuando en realidad no intervienen para nada los sentidos ordinarios?
Como indicaba más arriba, será cada lector quien decida si Raquel se encuentra ante una materia que se resuelva manejando el puro conocimiento, o bien, se tenga que valer del llamado sexto sentido, para darle una respuesta a los acaecimientos que se narrarán en los siguientes capítulos».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Encontró a su madre con un catéter instalado en la vía intravenosa. El otro extremo de la sonda estaba conectado, a su vez, a una bolsa de suero. De allí fluían, gota a gota, los medicamentos ansiolíticos y antidepresivos recetados por los médicos.
Parecía tranquila, sus ojos, en cambio, revelaban el tormento padecido durante aquella mañana de perros.
—Siento que hayas abandonado el trabajo por mi culpa.
—No digas tonterías, mamá —la amonestó enfadada, porque sabía que aquella no era una frase hecha—. ¿Cuándo será el día en que me dejes ocuparme de ti?
Raquel no contestó a su hija, se limitó a observar aquellos ojos verdes heredados del padre. Desde algún lugar de su enferma mente, afloró el primer encuentro entre ambos. Fueron presentados en la Complutense. Miguel había sido uno de los ponentes participantes en un seminario sobre redacción periodística al que ella asistía. Dos semanas después de conocerse, él ya se le había pavoneado en la taberna Los Galayos, asegurándole que solo el dos por ciento de la humanidad tenía un color de ojos tan sexi como el de los suyos.
La había invitado a picotear a la famosa tasca, sita en la Plaza Mayor, asegurándole que se comería el mejor plato de patatas y morcilla de Burgos. Así fue como se le declaró el muy truhan: «Estás condenada a aceptarme como pareja, a pesar de los diez años de edad que nos separan; de otra forma, cabe la posibilidad de que jamás encuentres a otra persona tan fascinante como yo». La competitividad había sido un rasgo bien definido en su difunto esposo.
—Tienes el mismo temperamento de tu padre.
—Deja de desviar la atención, mamá. Debemos poner fin a esta situación de una vez por todas. ¡Olvídate, ya mismo, de ese maldito periódico!
—Olvidarme, ¿dices? ¿Cómo puedes obligarme a renunciar a la memoria de mi esposo? —replicó nerviosa, descuidando por un momento la vía intravenosa colocada en su brazo izquierdo.
María captó al instante el gesto de dolor en el rostro de la paciente.
—¿Te has hecho daño?
—Has sido tú quien me ha herido el alma con ese comentario, hija mía… —dijo en tono amargo y desdichado para dejar escapar las primeras lágrimas de aquel angustioso día.
La enfermera entró poco después de haberse instalado un profundo silencio entre madre e hija. Había oído perfectamente la corta discusión desde el centro de control de la unidad, pero se abstuvo de hacerles ningún comentario al comprobar que la calma parecía haber regresado al box».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Joseba Itxaso vea publicada su obra.