David Hoffman, un reputado historiador judío, recibe el singular encargo de parte de una señora que se dedica a trabajos de limpieza domésticos de traducir un documento hebreo de gran antigüedad. Después de rechazarlo, se entera de la muerte en extrañas circunstancias de esta mujer, lo cual hace que se interese en encontrar el documento en cuestión. Acompañado del hijo y del nieto adolescente de la difunta, inicia una investigación que lo transportará a la Edad Media y que tendrá como protagonista a Gracia Nasi, una mujer judía valiente y poderosa del Renacimiento italiano que utilizó gran parte de su inmensa fortuna en rescatar a judíos de las garras inquisitoriales.
Una historia donde el presente y el pasado se entrelazan para resolver extraños misterios y que pondrá de relieve lo mejor y peor de una época y de sus protagonistas.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Mercedes M. Hernández.
Autora comprometida que escapa del bullicio de Madrid a través de sus escritos, tanto en el espacio como en el tiempo. Ha ganado el concurso literario Alcorcón siglo XXI con Las tres lagunas, ganadora del Onuba en 2016 con Un domingo de lluvia, ganadora del concurso Leibros 2019 con Meciendo los recuerdos, y finalista del Hispania 2020 con El sexto sello.
«Desde que conocí la apasionante historia de Gracia Nasi conocida como «la señora» en el mundo hebreo y comparada a la reina Ester del Renacimiento, me atrapó la valentía y altruismo de esta poderosa mujer que fue mecenas de artistas como Miguel ángel y banquera de reyes, emperadores y papas. Una mujer dispuesta a sacrificar sus bienes y su libertad en ayuda de su pueblo desde su privilegiada posición».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Tras la realización de diversas diligencias en las que mi señora trasladó su fortuna a Flandes con no pocos suplicios y sinsabores por la cantidad de impedimentos y zancadillas con las hubo de toparse, partimos de Lisboa casi en secreto en el mes de Noviembre del año cristiano de 1 536 en un barco fletado por Diego, por cuestiones que yo no comprendí ni mi ama me explicó aunque de lo que si era consciente era de que la Inquisición en Portugal estaba cada día mostrándose mas férrea contra los judaizantes. En esa marcha además de nuestra niña Reyna y de Brianda la hermana pequeña de mi señora que seguía mostrando ese carácter que tanto rechazo me provocaba por más que intentara disimularlo, nos acompañaron Juan y Bernardo, dos sobrinos de Beatriz hijos de su difunto hermano mayor, un importante converso que ejerció como profesor de medicina en la universidad de Lisboa y de los que se hizo cargo desde que su padre falleciese.
Nuestro viaje a Amberes no fue tan sencillo como hubiéramos deseado porque antes de llegar hasta allí, hubimos de recorrer otras ciudades para atender asuntos de negocios de los que siempre me mantuve al margen.
Cuando por fin llegamos a Amberes, nos sentimos reconfortados por pisar una ciudad que hasta el momento presente deba cobijo a los nuestros y que nos admitía con inusual tolerancia. Si bien es cierto que el clima no era tan benigno como en Lisboa, me encontré con una ciudad bonita y bulliciosa en constante crecimiento llena de gentes en especial marineros y comerciantes que trajinaban de un lado a otro en un ir y venir de diligencias de todo tipo. Amberes era un lugar donde el comercio representaba el alma de la ciudad. No fue sino hasta toparnos con la imponente catedral cristiana que se yergue por encima de todos los edificios, que se nos recordó, una vez más, quienes eran los auténticos señores y amos de la agitada urbe flamenca. Pero no fueron sus edificios ni sus variadas gentes las que me hicieron sentir feliz por pisar ese desconocido suelo sino la esperanza de mi reencuentro con Eleazar».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Mercedes M. Hernández vea publicada su obra.