Luz, una murciélaga rara e invisible, es capturada para llevar a cabo un experiemento neurocientífico. Se trata de cultivar células neuronales de la piel de un humano, la directora del proyecto, y transferirla al prefrontal de la murciélaga. Luz escapa del laboratorio tras la intervención. Y, este acontecer imprevisto, la lleva a experimentar el mundo desde una perspectiva desconocida.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Santiago Gómez Rico.
Nacido en Calamonte (Badajoz), el 3 de septiembre de 1952. Pasó la infancia y juventud en Mérida (Badajoz). Estudió Filosofía en el seminario Diocesano de Badajoz. Un día, o un mes, o algo así, tras algunas preguntas descubrió que le faltaba aire y se fue a Madrid. Desde entonces se ha hartado de aire, con cosas. Hasta hoy. En Madrid ha participado en el Taller de Literatura Creativa de Clara Obligado y Mario Merlino, desde la Librería Mujeres. Y ha publicado dos cuentos en sendos libros colectivos de la editorial Horas y horas: «Obras casi completas» y «Breves, deseables y perversos».
«Por el objeto de la trama. Una insaciable insaciabilidad de ser, tener, saber, sentir, vivir…sin pararse a considerar la toxicidad del aire que se respira, ni cuidar del espacio que se comparte.
Por la originalidad del sujeto. Un narrador invisible, un sujeto incompleto con alas, una quimera que nombra, dotando de sentido, a todo cuanto se le aparece.
Por el modo de la narración. Una aventura, una historia, sucesos que no requieren de reflexividad ni de lugares comunes, y que fluyen como lo hacen las aguas, sin dejar huella, solo el placer del murmullo de las palabras con sentido.
Y porque el suelo de la novela es el aire, un espacio transparente, frágil, efímero e inabarcable, donde las cosas son sin ser pretendidas ni invocadas.».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Hola. Me llamo Luz. Y soy una murciélaga invisible.
Nací el 3 de agosto de hace tres hibernaciones. Nací tarde. No por ser de noche. Sino porque los murciélagos nacen en primavera. Y yo lo hice en verano. Dicen que por eso nací rara. Rara es una enfermedad de los murciélagos. La enfermedad no tiene cura porque ni es la misma en todos los casos, ni es diferente. Es rara. Yo nací rara porque entre otras cosas nací tarde y me da miedo la oscuridad. ¡Velahí!
A la altura de mi cabeza, y sobre mí, con binóculos, uno a la derecha y otro a la izquierda, se pusieron dos de aquellos seres con disfraz. A la cabecera estaba Lara, mirando, solo mirando. Y los demás estaban detrás de esos dos y junto a las mesas con el instrumental. A la orden de uno apareció uno de esos escalpelos de las mesitas y con una gran habilidad me raparon una línea de mi cabeza y cortaron el cráneo. Mientras uno de los dos cortaba, el otro le ayudaba. No había jerarquía. Actuaban indistintamente y sin estorbarse. Mi casquete craneal desapareció en una bandeja. Y aparecieron nuevos instrumentos, y pequeños cables cuya manipulación coincidía con actividad en los monitores de los lados de la cabecera de la camilla. Los dos que manipulaban sobre mí desplegaron pequeñas agujas que muy lentamente se introdujeron entre las arrugas de aquella minúscula masa que tenía yo por central de decisiones. Uno de aquellos aparatos lo pusieron sobre mí. Casi rozándome. Y unieron los hilos que había en las extremidades de las agujas de la zona frontal del cerebro y las conectaron al aparato. El cerebro de pronto comenzó a tener una actividad de la que no había dado cuenta antes. Esta actividad se reflejaba en el monitor con ondas de distintos colores que se entrecruzaban en la pantalla. Como una estructura de gusano. Pero armónicamente. A los pies de la camilla apareció una caja isoterma, la abrieron, y uno de los dos sacó de su interior dos láminas de cristal. Las separó, tomó con un nano instrumento electrónico la sustancia que había en el centro y, con ayuda del otro, la fue introduciendo en el orificio inapreciable de las agujas del prefrontal del cerebro, una a una, hasta cinco. Con cada inyección de sustancia los monitores expresaban en sus constantes que la actividad se alteraba, hasta que esta se estabilizaba de nuevo. Una vez conseguida la estabilización pasaban a la siguiente aguja. Y así hasta realizar la misma operación con las cinco. Cuando se estabilizó la quinta, los dos levantaron el pulgar hacia arriba y, aunque por las mascarillas no se podía ver, sí por el brillo de los ojos y el alargamiento de los párpados una sonrisa de satisfacción brotó de todos ellos y, sobre todo, de Lara, a la que se le escapó una lágrima. Los pasos a la inversa se dieron con el mismo cuidado que los del inicio. Y sin distracción. Todos siguieron el mismo patrón. Y en los mismos lugares aparecían y desaparecían personas e instrumental. Y me devolvieron mi casco craneal. Aunque durante el proceso alguien lo había desprovisto del vello del cuero cabelludo.”».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Santiago Gómez Rico vea publicada su obra.