A través del devenir de Martín y Maite, vecinos de una pequeña aldea integrada en la ficticia Merindad de Valle, en el norte de España, el lector hace un recorrido por algunos de los grandes acontecimientos de nuestro país y del resto del mundo. Un viaje de lo rural a lo urbano, del yo al nosotros, del pasado al presente.
El amor, la muerte, la culpa, los secretos de familia, en un entorno que a veces estimula e ilusiona y en otras ocasiones ahoga, son algunos de los hilos que conforman este tapiz que se llama Molinos en el aire.
andaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Fran Villasante.
Nacido en Collado Villalba (Madrid) en 1971, en la actualidad reside en Asturias. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y trabaja de profesor de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria desde hace veinte años. Ha escrito tres poemarios que permanecen inéditos: Diario en guardas, La dialéctica del espino y Sujeto de una vieja impudicia. En 2015, la editorial Ruiz de Aloza Editores publicó su libro de relatos titulado Hábitat o el viaje subterráneo.
«Mi primera incursión en la narrativa fue un libro de relatos que tienen como nexo de unión el metro, un medio de transporte profundamente urbano. Me planteé entonces escribir relatos cortos situados en el medio rural. Para ello, pensaba partir de mi conocimiento de ese mundo. El primer cuento lo escribí inspirado en un pueblo de la alcarria guadalajareña que conozco muy bien. El segundo me lo sugirió otra zona rural de España que también he vivido a fondo: una aldea de las merindades burgalesas. Sin embargo, este cuento se me desbocó y se convirtió en una novela.
Esa novela se titula Molinos en el aire. Creo que esta ficción es un buen libro y que merece la pena luchar por él y darle vida. La única forma de insuflarle ese aliento es procurar que tenga lectoras y lectores. Esa es la razón por la que os invito a acompañarme en esta travesía y os pido vuestra complicidad. Gracias a todas y todos por llegar hasta aquí conmigo».
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Después de volver de Cuba en agosto de 1927 cuando ya había finalizado la guerra del Rif, Martín empezó a trabajar en el molino familiar. Ya no existía, aunque él no lo supo cuando huyó de Cuba y regresó a Valle sin avisar previamente a los suyos, la insoslayable amenaza de formar parte de las tropas de reemplazo. Ya no sería reclutado obligatoriamente para ser víctima del sanguinario juego de los comandantes, que veían mancillado su honor marcial por la pérdida de unas abruptas montañas, aisladas y pobres. Su padre no quiso reunir el dinero necesario para convertirlo en un soldado de cuota y así poder elegir destino y quedar exento de servir en África, que era el recurso de toda familia adinerada y de las de clase media que empeñaban todos sus bienes y firmaban préstamos bancarios con intereses abusivos para evitar que sus muchachos fueran destinados a prestar el servicio militar en una guerra que soportaba cerca de un cincuenta por ciento de bajas y a la que en la práctica eran solo enviados los que pertenecían a familias sin recursos; su padre no quiso pagar porque le parecía inmoral; así que decidió enviarlo a Pinar del Río para que trabajara por la manutención como aprendiz de contable en una empresa maderera de un antiguo amigo al que hacía ya muchos años salvó de la quiebra. El molino se levantaba sobre la escoria de una antigua ferrería familiar a las afueras de Aldea, el pueblo más al norte de la Merindad de Valle. Hubo que cambiar de negocio cuando se acabaron casi todos los bosques de haya y de roble, que fueron sustituidos por aliagas y brezos de flor morada hasta que a mediados del siglo XX se realizaron repoblaciones de pino con mano de obra traída de Andalucía».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Fran Villasante vea publicada su obra.