Ostentar la titularidad del ducado de Turbisquedo no impide a Goya ponerse el mundo por montera y llevar una vida libre, alejada de las reuniones de sociedad y fuera del corsé aristocrático habitual. Su vida da un giro cuando conoce a Tito, un niño dominicano al que Goya decide dar una oportunidad, ofreciéndole la posibilidad de estudiar en Europa bajo su protectorado. La llegada de Tito altera la vida de la aristócrata y de su entorno más cercano, desencadenando consecuencias imprevisibles. Para complicar aun más las cosas, la investigación de una muerte cerrada en falso pone de nuevo en jaque al círculo más allegado de la duquesa.
¿Se adaptará Tito al Viejo Continente? ¿Afectará su llegada a la relación entre Goya y su hijo natural? Una vida apasionante agitada por una inesperada investigación policial.
Tandaia es una editorial con voluntad de cambio, de publicar obras poco convencionales pero de indudable calidad, con nuevas y refrescantes ideas como es el emplear una campaña preventa para promocionar cada título cuando esta todavía se encuentra en proceso de edición.
De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
Hoy te presentamos a Francis G. Romero.
Viajero incansable, siempre ligado al circuito artístico. Ha recibido formación actoral siendo discípulo de Lolo Diego en Training Angels y en la Escuela de teatro de improvisación Jamming. Ha sido locutor de radio en Onda Cero y en los 40 Principales, actor de teatro en varias compañías y colaborador habitual de la publicación universitaria Altamira, que dirigió durante dos años. Se ha formado en disciplinas como la ingeniería de telecomunicación, la creatividad, la planificación estratégica o la psicología gestáltica.
Es autor de la novela Porque pudo y porque quiso y de los libros El pintor de la felicidad. La inspiradora vida del pintor Antonio Ximénez, El colocador de nubes y Si gritas encarnado. En su producción cuenta además con la autoría del musical Loco, historia de una obsesión. Resultó premiado en el Concurso de Relatos Cortos La carretera organizado por El Mundo en 2010.
Actualmente trabaja en Telefónica España mientras continúa escribiendo y haciendo teatro.
Y por aquí una muestra de lo que encontraréis en sus páginas:
«Enamoradísima me casé de Roger Poitiers. Como una loca estaba por un hombre mayor que yo, sí, pero una muy buena persona que tuvo la suerte de aprobar el mayor examen al que pueda ser sometido un ser humano. Mi madre, eminencia reverendísima intercesora, pidió auxilio a la nunciatura apostólica para investigar su pasado y su familia. Esto lo supe yo años después, revisando papeles al morir mi madre. Si llego a enterarme antes la monto, pero lo llevaron todo en secreto. Impoluto señora duquesa, segurísimo que han revisado todo y hasta el embajador en El Vaticano ha movido hilos, no se preocupe, puede usted estar tranquila que su excelencia ha sido muy riguroso. Todo intachable.
Y transigió. Años después supe que el momento crucial fue una tarde en la que yo salía de casa a no sé qué. Noté algo raro en el ambiente: mi padre dando buena cuenta de una cerveza Braustolz comprada en Santa Ana; mi madre observadora silente, pero no le di mayor importancia. El ambiente raro no era infrecuente en casa. Entre sorbo y sorbo, al parecer, el hombre amante de las cervezas alemanas tuvo bastante que ver con el brazo a torcer y con el no mires tanto que no sea de la nobleza, al menos tiene patrimonio, así que venga, que ya son otros tiempos mujer y tu hija será feliz. Ya sé que es muy joven, pero está enamorada. Eso lo sé porque me lo confesó mi madre, poco antes de convertirse en silente para siempre, haciéndome desde entonces añorante de sus palabras y de todo lo suyo, aun siendo como era. Ya ves.
Así era mi madre con todo, incluso con la pedida de mano. Un número. Mi futuro marido y su madre viuda, poco acostumbrados a esos boatos. El anillo clásico pero bonito y el zafiro espectacular, que eligió mi madre. Hija, ¿un zafiro? Mira mamá, mi novio ni abolengo ni mucho menos sortija con escudo familiar, así que mira, para que vamos a liar más. Total, un zafiro, es igual o más bonito. ¿En qué joyería? No les vamos a hacer ir a París a Mellerio dits Meller, que sería lo suyo. En Madrid, lo mejorcito es Carrera y Carrera. Y allí que nos fuimos derechitos. Mucho más a mano el Madrid de Los Austrias que los Campos Elíseos. Un placer servir a la Casa de Turbisquedo. Lo que usted quiera y a sus pies señora duquesa, una elección perfecta, sin duda. Y a mi madre se la ganaron. Se aficionó más, si cabe, a las joyas desde entonces.
Disfrutamos de la boda todos, mi marido radiante, más que yo. Sobrevivimos a cuatrocientos invitados, media carrera diplomática, lo mejor de la clase política, la curia más granada, la Grandeza de España en pleno y cómo no, la nobleza europea. La única que no quiso venir, y lo dijo, fue la baronesa Leffer, porque no iba ella a celebrar una boda con un plebeyo. Y que no y que no. Se quedaría en su castillo de La Selva Negra. Un feo a mis padres, a mí no. Ni la conocía, centenaria señora, ya se habrá muerto. Tanta paz llevara, como descanso dejase.
En un receso mi primo Flavio, pasado de cubalibres, me dio besos y abrazos por todos los O’Devon, y nos reímos mucho: que si este beso por mi tía la frígida y lindezas varias. Tuve que sacarle al jardín, déjalo ya que está mirando tu tía Roselyn y te va a leer los labios. En esto irrumpen Simona y Román, ale Flavio, que ya has pasado bastante tiempo con tu prima, déjanosla un poquito y no bebas más, corre. Casi me secuestran, los tres allí: Román brindando con agua por la amistad y demás misticismos hasta que Simona, seria, le quita la palabra y nos hace prometer que siempre, pasaran los años que pasaran, teníamos que ayudarnos y que ese era un pacto de por vida, de fidelidad y de compromiso de los tres mosqueteros.
—Recordadlo. Pase lo que pase. Si uno está en apuros, iremos los otros dos en su ayuda. Caiga quien caiga. Ahora que voy un poco piripi puedo decir que, aunque soy joven, sé que es importante tener un agarradero y quiero que vosotros seáis el mío. Y tú Goya, ahora agarra otra copa y bebe más, que más que una novia pareces una duquesa —lo dijo sabiendo que me escocía, pero cuánto la quiero.
Y con la canción From me to you sonando por enésima vez (dije que la pusieran en el baile a todas las horas en punto), sellamos nuestra amistad. Para siempre. Los tres éramos conscientes de que Román ya había hecho un acto de fidelidad tocando en mi boda la famosa canción no sacra, todo un atrevimiento por su parte. Quedaba mucha vida para poder demostrar el resto de fidelidades que caben dentro de tres elementos tomados de dos en dos. Desde entonces, siempre que escucho la canción, con un ojo sigo viendo el primer beso en Las Ventas con Roger. Con el otro, cómo me miraba Román mientras brindaba en mi boda. Ya ves».
Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Francis G. Romero vea publicada su obra.