Descripción:
Este campo de trabajo se engloba dentro de un proyecto más amplio de gestión del patrimonio cultural que, el grupo de investigación (VAREP), está llevando a cabo en el entorno rural de la Llanada alavesa.
Para ello se ha puesto en marcha el proyecto piloto de Langarika que surge de la búsqueda de una eficiente administración de los recursos (patrimoniales, humanos, económicos) para conseguir la conservación del patrimonio de los pueblos alaveses y la obtención de una rentabilidad social, cultural y económica de dicho patrimonio.
Todo ello dentro de una coyuntura en la que los recursos públicos se ven limitados y cuando se advierte una incipiente recuperación de valores tradicionales que en las sociedades rurales estaban siendo sustituidos paulatinamente por el ritmo de vida que impone la imagen urbana.Este proyecto busca conservar la memoria, las señas de identidad de estos núcleos rurales y obtener además un protocolo de actuación que muestre cómo puede convertirse el patrimonio rural en un valioso recurso.
La propuesta de campo de trabajo tiene como ámbito de intervención Langarika, una población de la Llanada alavesa perteneciente al Ayuntamiento de Iruraiz Gauna y a la cuadrilla de Salvatierra. Cuenta con una población de 41 habitantes y se sitúa a 28km de Vitoria-Gasteiz y a 6km de Agurain.
La temática de los trabajos que desarrollarán los voluntarios en el campo de trabajo girará en torno a la recuperación de un oficio tradicional a través del conocimiento y recuperación del patrimonio cultural.
El oficio de la molineríase ha ido transmitiendo de padres a hijos casi de forma exclusiva. De ahí que existan apellidos “molineros” generación tras generación.
Además de servir las moliendas, estos profesionales se ocupaban de la reparación de los molinos, incluso de su construcción. También se conoce que algunos simultaneaban su actividad principal con la panadería.
El molino, además de ser considerado uno de los progresos tecnológicos más importantes de la historia, es un elemento estrechamente ligado a la vida cotidiana rural, sus oficios, leyes y costumbres, por lo que su conservación resulta imprescindible para conocer parte de nuestro pasado. Un pasado que todavía pervive en la mente de los últimos molineros y de los vecinos de mayor edad que poseen esa sabiduría popular en vías de desaparición. El molino estaba presente en la comunidad como parte integrante de las necesidades cotidianas.
Una parte importante de la recuperación del oficio tradicional de molinero llevará a la preservación de la propia materialidad del molino, que refleja la vida y actividades del pasado. Para ello será necesario previamente la contextualización histórica, a través de la documentación conservada, el análisis funcional, el conocimiento de su lenguaje constructivo, el estudio de los materiales, herramientas y tecnologías empleadas, algunas de ellas técnicas constructivas históricas ya en desuso.
Objetivos: