Ya está disponible mi novela corta "Imágenes" en la web de Ediciones Efímeras (www.edicionesefimeras.com), publicada bajo licencia CC para su descarga gratuita en formato electrónico (EPUB/PDF).
...y en breve estarán en las vuestras. Ojalá la espera haya merecido la pena.
En breve la novela entrará en imprenta. En breve también empezaré a enviaros las postales a aquellos que no estáis pendientes del libro.
Ah, y también queda poco para que "Imágenes" quede liberada.
Os mantengo informados.
Aquí:
http://librosymitos.blogspot.com/2011/03/condenados-de-santiago-eximeno.html#more
¡Gracias, Shilar!
La versión electrónica de Condenados ya está en los buzones electrónicos de los ángeles colaboradores. Pronto estará disponible en la Web de la editorial Saco de Huesos (www.sacodehuesos.com) para su descarga gratuita.
En breve todos los que habéis colaborado con Condenados recibiréis la novela en formato electrónico en vuestros correos. Además os detallaré cómo se publicará en papel y cuándo recibiréis vuestro ejemplar, si os corresponde, y vuestra postal.
Después de que todos hayáis recibido la novela en formato electrónico se ofrecerá en Internet bajo licencia Creative Commons para que quien lo desee pueda descargarla.
Indicaré aquí la Web y los enlaces de descarga en los distintos formatos (EPUB/FB2/PDF/MOBI), así como en mi Web www.eximeno.com y en las distintas redes sociales (Facebook, Twitter, etc.)
¡Gracias!
...para que termine esta aventura y tenemos 47 apoyos.
Si llegamos a 50, todos los ángeles con derecho a una postal se llevarán, además de la postal de la novela, una postal numerada y limitada de la colección de Palabras del Cruciforme (hasta agotar existencias).
Aquí podéis verlas:
http://www.cruciforme.com/deconstruccionalicia.html
Lo prometido es deuda.
¡Hemos superado los 1.000 €!
Por lo tanto en breve liberaré "Imágenes", novela corta publicada en 2004 por la editorial Parnaso.
¡Gracias!
Gracias a todos los que continuáis apoyando el proyecto. Si todavía no he contactado con vosotros, en breve lo haré. Quedan ya solo cuatro días para el final y la experiencia hasta ahora ha sido simplemente fantástica.
¡Gracias a todos!
Las alas del ángel se agitan. Después, en un susurro contenido, retornan a su posición, plegadas a la espalda. María no puede apartar la mirada. Ha recuperado el control de su mente, arrebatado durante unos instantes por la presencia de uno de los súbditos del Señor, pero aún desea con todas sus fuerzas enterrar sus dedos entre sus piernas, aplacar ese fuego que la consume en presencia de la criatura. José ha retrocedido un paso, ha mirado en el interior del portal. Han buscado refugio allí como podían haberlo hecho en cualquier otra parte. Madrid es una ciudad devastada, una caldera consumida por el fuego evangélico. Aunque los edificios se mantienen en pie, su interior ha sido devorado por el dolor ardiente de los pecadores. Y de los justos. Nadie se ha salvado en el día del Juicio Final. José está aterrado, es una sensación que no le ha abandonado desde que los cielos se abrieron. María es su sostén, su fuerza. Por nada del mundo permitiría que un ángel se la llevara.
Es entonces cuando aparece el primero de ellos, el primer resucitado. Los hay a cientos, a miles. Todos ellos convocados en este día, acudiendo a la llamada que hordas de criaturas celestiales han propagado por toda la ciudad. Por todo el mundo, quizá. José no lo sabe, atrapado como los demás en las ruinas de la ciudad que fue su hogar. Madrid. Podría haber estado en cualquier otra parte cuando se desató el horror. En cualquier otro lugar del mundo, con su familia, lejos de allí. Pero no estaba con ellos. Esta vez no.
El resucitado se arrastra por el suelo. Repta con esfuerzo sobre la ceniza, sus ojos negros como la pez, sus manos sin uñas aferrándose a cada centímetro del arcén para impulsar su cuerpo fragmentado. Le falta una pierna, amputada a la altura de la rodilla. La otra es un amasijo de huesos y carne indefinible. ¿Cómo murió? María no lo sabe, no quiere saberlo. José tampoco. Demasiada gente muerta camina por las calles en el día del Juicio Final. Aunque no deberían sorprenderse, ya lo dijeron una y otra vez los hombres y mujeres que servían a este dios lunático. Los muertos se levantarán de sus tumbas, todos seremos juzgados. Ninguna mentira en esas palabras. El muerto que ha vuelto a la vida se arrastra hacia el ángel, que no ha advertido su presencia. De hecho pocas veces la advierten. Es como si los seres humanos no fueran para ellos más que hormigas. Quizá, al fin y al cabo, es lo que realmente son. José está sudando. María se vuelve, quiere decirle algo. No lo hace. Ambos se limitan a observar la escena.
Quieren que suceda.
Quieren ver su sangre.
Los ángeles son criaturas distantes. Amargadas. Los vivos les temen, los encuentros con ellos son siempre temibles. Los vivos se encuentran perdidos en una guerra estéril entre las fuerzas divinas y los resucitados. Ambas facciones les ignoran, pero no dudan en acabar con sus vidas si muestran alguna oposición. Pero para José y María los resucitados son, o han sido, seres humanos. Entre ellos, lo saben, están sus abuelos, sus padres. Amigos fallecidos en accidentes estúpidos, famosos consumidos por adicciones incontrolables. Gente que conocen, cercana o no. Los ángeles son monstruosidades sin nombre. No harían nada por ellos, nada que les permitiera sobrevivir un instante más sobre la faz de la tierra.
Nada.
Por ese motivo ambos callan y observan, desde su posición privilegiada, cómo el resucitado llega hasta el ángel y hunde sus garras putrefactas en su pantorrilla. El ángel reacciona volviendo la cabeza, mirándole, y no es consciente del peligro, de que su existencia celestial está en riesgo, hasta que el no muerto hunde sus dientes en su carne inmaculada. Es entonces cuando grita, cuando despliega sus alas en un vano intento por alejarse de allí. Intento vano porque el resucitado no está solo. Muchos otros como él, desechos humanos que abandonaron sus húmedas tumbas cuando la Gloria les reclamó, surgen de la tierra consumida y se abalanzan sobre él. El ángel abre la boca y emite un aullido agónico, insoportable. El llanto de un niño abandonado sobre un fogón. José y María se cubren las orejas con sus manos, gritan. María todavía desea que la criatura la posea. El ángel cae al suelo cuando media docena de mandíbulas se hunden como cepos en su carne. Sus alas se agitan, tratan de elevar su cuerpo, de alejarle de allí. De alejarle de un concepto que desconoce: la muerte. Porque los resucitados no cejarán en su empeño hasta que descubran el brillo del hueso. Los resucitados devorarán su alma. Y ni siquiera así saciarán su hambre.
José y María observan en silencio la barbarie. Saben que bien podrían ser ellos los que estuvieran allí, devorando la carne inmaculada del ángel. Basta una herida abierta, saliva. El contagio es tan fácil. Tan evidente, tan absurdo.
Los vivos. Ellos pertenecen a los vivos. Deben evitar a los resucitados, deben evitar a los enviados de Dios. Este es el día del Juicio Final que los católicos predijeron. Nadie creía en ello, ni siquiera los creyentes. Ahora todos se preguntan qué han hecho para merecer esto.
La muerte.
La resurrección.
¿Quién no ha soñado alguna vez con un ángel?
Uno de los libros que los Arcángeles podrán recibir firmado y dedicado junto a su ejemplar de la novela Condenados se titula Obituario Privado, y es un libro de relatos publicado en 2010 por 23 Escalones.
Aquí podéis consultar su contenido y ver las críticas que recibió.
http://www.eximeno.com/ant_obituarioprivado.html
Si alcanzamos la cifra mágica de 1.000 € de aportaciones de nuestros ángeles, el autor, Santiago Eximeno, liberará su novela corta "Imágenes", publicada en 2004 con la editorial Parnaso.
La novela corta se publicará, como "Condenados", en formato electrónico bajo licencia CC para su descarga gratuita.
En la línea de lo propuesto por "Blue & Malone: Detectives imaginarios", es posible colaborar con la novela Condenados sin tener una cuenta de Paypal.
Las donaciones se realizarán a través de mi propia cuenta y el colaborador realizará previamente una transferencia a una cuenta bancaria.
Por supuesto las regalías son las mismas y no habrá problema de devolución, ya que el proyecto ha alcanzado la cifra solicitada.
Por lo tanto si es no tener una cuenta Paypal lo que te detiene, envíame un mail a santiagoeximeno@gmail.com y lo hablamos.
Jean Mallart nos ha ofrecido esta magnífica ilustración como portada del libro.
La visión de Condenados que nos ofrece Iván Hernández nos muestra un paisaje de Madrid más reconocible: el Parque del Retiro.
Título: Feeding the birds.
En breve comenzaré a contactar con vosotros, ángeles, para confirmaros que todo ha ido bien y solicitaros los datos necesarios para incluir vuestro nombre en los agradecimientos, enviaros la postal o el libro, etc.
Permaneced a la escucha.
A continuación, los primeros párrafos de Condenados. Así comienza esta novela, que nos presenta a cuatro supervivientes en el Día del Juicio Final rodeados de ángeles y resucitados.
Bienvenidos al Día del Juicio Final.
"Dicen que en las ramas de los árboles calcinados anidan ángeles negros, y que su prole se alimenta de lágrimas y ceniza. Como cualquier otra de las historias que los niños escuchan de boca de los amargados, su credibilidad se asienta sobre hechos contrastados. Los ángeles caminan por las ruinas del mundo y su mirada quiebra los corazones que aún laten en los pocos supervivientes.
No ha transcurrido ni un día desde que ellos aparecieron. No transcurrirá ninguno por mucho que lo deseemos.
Un ángel merodea entre los escombros. Sus alas blancas, plegadas a su espalda, se extienden más allá de la musculatura desproporcionada de su espalda. Nadie en su sano juicio podría confundir a esta criatura con un hombre. Sus ojos son blancos, brillantes, inquisitivos más allá del alma. Cuando camina sobre sus pies descalzos la tierra cruje, gime. Resulta esperpéntico ver caminar a un ángel. Sus ademanes son torpes, sus pasos tímidos. Sin embargo, hay algo a su alrededor, un halo de majestuosidad y un egocentrismo mal disimulado, que mantiene a los hombres alejados. Respeto y miedo, pues aún hoy, en este día eterno que nunca concluye, los supervivientes que admiran al ángel saben que están presenciando un prodigio.
El ángel se detiene. Allí parado, de pie, como una estatua tallada por un artista demente, semeja escuchar algo que los miserables hombres no pueden ni siquiera imaginar. Quizá música de los cielos, aunque los únicos que hayan hablado del cielo repitan sin cesar que las puertas se han cerrado. Lo que sí es cierto es que las escaleras han desaparecido y todos los que ansiaban ascender por ellas no son más ahora que ratas escabulléndose entre desperdicios e inmundicias. El ángel se acuclilla, roza con la palma de su mano la tierra negra bajo sus pies. Parece confuso. Mira hacia atrás, donde se levantan las cuatro enormes torres de Plaza de Castilla, cuatro dedos carcomidos del cuerpo de un coloso consumido por la lepra. A lo lejos las nubes negras que se desprenden de los incontables incendios provocados despliegan sus garras hacia el cielo. Un cielo gris, compacto, de hormigón. Un cielo sin nubes, sin sol. Un cielo cerrado para justos y pecadores.
De pronto la criatura celestial se alza, despliega sus alas. Una suave brisa levanta nubes de ceniza a su alrededor. El prodigio del vuelo se anticipa en la mente de José y María, ocultos en un portal, cerca de los restos retorcidos de lo que antaño era conocido como la estación de autobuses. Ambos han encontrado entre los esqueletos mecánicos de los autobuses un refugio para sus miedos. Huyen de los ángeles, claro. Como todos los vivos que aún mantienen su juicio claro. Esas criaturas descendidas de los cielos no han venido a salvarles. No al menos de la forma que sus malditos idólatras esperaban. No, los monstruos alados que han bajado a la tierra distan mucho de los bucólicos querubines que esbozaban los artistas católicos en postales y libretos. Estos seres han venido hasta nuestro mundo huyendo de su propio Apocalipsis, y su llegada ha despertado a la muerte.
José roza con sus dedos el brazo desnudo de María. Ella no puede apartar la vista de la presencia celestial. Desde la distancia no es más que un cuerpo desnudo, grotesco en sus proporciones, con dos hermosas alas blancas brotando como excrecencias óseas de sus omoplatos. Es horrible. Es hermoso. En las mujeres su mera presencia provoca una excitación difícil de controlar. María lo sabe, y trata de ignorarlo. No lo logra. José cubre los ojos de María con sus manos. Cuando lo hace ella advierte el olor que emana de ellas; su olor: gasolina, sangre, tristeza. Siente una arcada, y ese sentimiento le devuelve a su realidad, a la realidad. Un mundo devastado, consumido como una cerilla, a merced de seres angélicos que no pueden volver al cielo.
A merced de los resucitados."
¡Gracias!
Gracias a todos los ángeles que habéis hecho posible esta aventura. Por supuesto esto no ha terminado. Durante los próximos días continuaremos ofreciendo información sobre Condenados: nuevas ilustraciones, posibles portadas, capítulos, etc.
Todos los que habéis apoyado este proyecto habéis permitido que esta novela vea la luz de una forma original, diferente, ajena a los canales habituales.
Gracias de nuevo.
No os vayáis, aún queda mucho camino por recorrer.
Y a los que pensáis que, una vez superada la cantidad solicitada, vuestro apoyo no es necesario, os aseguro que no es así. Me encantaría contar con vosotros y ofreceros la novela en papel, por ejemplo.
Condenados es para todos.
Uno de los libros que los Arcángeles podrán recibir firmado y dedicado junto a su ejemplar de la novela Condenados se titula Bebés jugando con cuchillos, y es un libro de relatos publicado en 2008 por Grupo Ajec.
Aquí podéis consultar su contenido y ver las críticas que recibió.
http://www.eximeno.com/ant_bebes.html
Contaremos con varios ilustradores que ofrecerán su particular visión de Condenados.
Tendremos obras, entre otros, de Pedro Belushi, Gerard Tauste o Jean Mallart.
De sus trabajos seleccionaremos las ilustraciones que formarán parte del libro y que ilustrarán las postales que los ángeles como vosotros podéis obtener por vuestro apoyo.
Pedro Belushi nos muestra su visión de Condenados en un primer boceto de portada. Aquí podemos descubrir la ciudad que sirve como escenario para nuestro Día del Juicio Final.