El hombre de Lovaina muestra con pericia los entresijos de las confrontaciones monárquicas y religiosas del Renacimiento.
El 26 de mayo de 1546 Juan Díaz, estudiante de teología español murió asesinado en Neuburg. Este suceso, actuó como detonante para el inicio de una campaña de propaganda antiespañola y anticatólica, que desde los estados alemanes luteranos se extendería en pocos años por toda Europa. En respuesta, la Monarquía española formó una red de espías, una Agencia que vigilase las actividades de los refugiados españoles en Centroeuropa, intentando anular la propaganda anticatólica y antimonárquica, así como evitar la difusión a España de las ideas reformistas.
Esta confrontación tiene dos vertientes: La política y la religiosa y una gran herramienta que aparece por primera vez en el mundo: La propaganda como arma de guerra. Propaganda, que asocia lo español a la intolerancia y al fanatismo religioso y en cuyo centro está la denuncia de las actividades de la Inquisición en España, de la que son testigos y propagandistas los reformistas españoles exiliados en Centroeuropa e Inglaterra.
La Agencia, perseguirá, a los disidentes españoles que se movían libremente por Europa, pactará con ellos, o, los denunciará al gobierno de los Países Bajos para evitar su utilización por parte del «enemigo». Pero hay algo que Del Canto, jefe de los espías, ha pactado con sus hombres y que nunca incumplirá: jamás denunciaran a ningún español ante autoridades eclesiásticas y menos aún ante la Inquisición.
Tandaia es una joven editorial con voluntad de cambio, de dar la alternativa a autores que no la encuentran en otro lugar, con nuevas y refrescantes ideas como es el crowdfunding.
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Hoy te presentamos a Enrique Cabrera.
Nacido en Madrid. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en Medicina Intensiva y Licenciado en Ciencias Políticas por la UNED. Ha desarrollado su carrera profesional en el campo de la medicina clínica y la gestión sanitaria. Durante más de diez años trabajó en Cooperación al Desarrollo y Medicina Humanitaria en diferentes países. En los últimos años ha sido asesor en la Organización Panamericana de la Salud, en Washington DC.
Comenzó a escribir de joven: relatos cortos, cuentos, viajes e incluso algún ensayo inacabado. Llegó sin embargo tardíamente a la novela: «Ya mayor, preferí que otros expresaran pensamientos que yo ya no quería mostrar». Con ese objetivo surgieron algunos de los personajes de sus novelas recientes, La Guerra Justa del Doctor Sepúlveda y El espía inesperado.
El hombre de Lovaina es la tercera de sus novelas.
Nadie mejor que el propio autor para indicarnos «por qué leer su libro»:
Intrigas políticas las hubo siempre, hoy y en el siglo XVI. El libro nos sumerge en las luchas entre reformistas y católicos de este movido siglo, en el que España era la nación más poderosa. Las peripecias que se narran se desarrollan entre España y Bélgica, entre Bélgica y Ginebra, con la Inquisición en la sombra. El amor y el asesinato son la salsa de esta interesante, ágil y entretenida, historia, donde los hombres vuelven a enfrentarse por sus ideas y cuyo desenlace supondrá el fracaso de sus protagonistas.
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