(Si tiene interés en leer la obra, contacte conmigo)
Género: Fantasía, aventura, romance, terror - Novela ilustrada
Público: Juvenil (no recomendado a menores de 12)
Sinopsis de la obra:
¡Ay, cuánto anhela la joven Marián, de espíritu quijotesco, formar parte de esas maravillosas aventuras que pueblan su cabeza tras años y años absorbiendo libros!
Allá donde habita ella, un mundo tan semejante y tan diferente al tuyo, no hay quien no haya oído hablar de Noctis, enigmáticas tierras en las que jamás amanece.
Marián sueña despierta con llegar hasta allí, huir de la rutina, abandonar su vieja casa... Y termina lográndolo.
Pero poco tardará en comprender que no todo deseo cumplido otorga la felicidad.
Biografía:
Mi afición por la escritura comenzó en la infancia. Aunque los primeros concursos que gané fueron de cómic, opté por este otro medio con posterioridad. Empecé por presentarme al certamen de Coca Cola que fue realizado en Ibiza cuando yo tendría cerca de trece años, quedando en segunda posición.
No fue hasta años después, cuando cumplí los 20, que decidí publicar mi primera novela, ideada y comenzada ya con 16 años de edad: El Rey de los Bufones. Dicha obra, escrita e ilustrada por mí, fue aceptada por la editorial gallega Finis Terrae (ahora mismo, no está en venta debido a la defunción del editor y el consiguiente cierre de la editorial).
Como pintora, y, más concretamente, ilustradora digital, he realizado una exposición en la Galeria B12. Por otro lado, estuve durante un tiempo en un pequeño puestecito para vender algunos souvenirs de la isla con mis dibujos: camisas, tazas, cuadros…
Recientemente, realicé un disco compuesto por Antonio Ferrara (ha hecho canciones para cantantes como Malú, Sergio Dalma, Rosa…) que comparte nombre con la primera obra que publiqué, y que contiene una canción inspirada en esta misma.
Actualmente, curso en la UNED estudios de Lengua y Literatura españolas.
Fragmento:
Permíteme robar parte de tu tiempo, estimado lector, para relatarte la historia de las tierras en que la noche es eterna y donde la Luna, que no es astro sino estrella, resplandece con luz propia.
Desde tiempos inmemoriales, los devotos adoraron con fervor a los gloriosos Hýbris y Dergos. Consideradas deidades análogas, eran dos caras de la misma moneda. Los seres humanos contaban con su favor, pues éstos respondían constantemente a sus plegarias: llevábanles lluvia los días de sequía para que la cosecha creciera sana, librábanlos de dolor y de malaltías... Las deidades velaban por sus vidas desde las alturas, en perpetua vigilancia.
Empero, el transcurso de los años fue mostrando a los Supremos que los seres que habían confeccionado iban empobreciéndose lentamente; y es que, nacidos de un mismo árbol, bastó con que uno solo de sus frutos se pudriese para contaminar al resto. El contacto del humano con lo divino había llevado a la especie humana a establecer un único sistema ético y social que regía el mundo entero, cuyo núcleo lo configuraban las dos deidades. Sin embargo, el que antes era un dogma uniforme y bien definido fue deformándose hasta crear distintas ramas que divergían en ciertos aspectos, lo que dio lugar a continuos conflictos. Movidos por estas creencias, los hombres veíanse inmersos en guerras santas que parecían no tener fin. Disponíanse a cometer los actos más atroces; destruíanse los unos a los otros y ofrecían a los suyos como sacrificio en los altares sagrados. A esto sumábansele las falacias que emitían aquellos que decían servir a los dioses, así como los falsos profetas, que no hicieron sino intrincar más la situación, en busca de fama y poder.
¡Ay, cuán inmensa fue la pena y decepción allá en los cielos! Hýbris lloró; Dergos, enfureció.
Esta situación marcó un porvenir de decadencia para la raza humana, de tal manera que entrambas deidades decidieron abandonar para siempre a quienes habían destruido su magna obra, que no eran otros que ellos mismos.