Finalizado
11
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de 600€
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Alfa Eridiani en Lánzanos
Alfa Eridiani quiere publicar seis cuentos de Stanley G. Weinbaum (1903-1935), un escritor pionero de la ciencia-ficción norteamericana en particular y mundial en general. Sus relatos son frescos e irónicos aún hoy en día. Sus alienígenas, descritos en «Una odisea marciana» y «El valle de los sueños», podrían ser reales de haberlos emplazado en un planeta todavía ignoto que pudiera albergar vida. A estos cuentos, le siguen en la antología «Los mundos Sí», «El ideal» y «Punto de vista» protagonizados por un ingeniero impuntual y enamoradizo y su medio chiflado profesor, el cual no para de reutilizar sus inventos para crear otros nuevos que pondrán en aprietos a nuestro entrañable ingeniero. «Los lentes de Pigmalión» cierra este volumen con broche de oro. Nos narra la historia de un bohemio que encuentra a un extranbótico profesor, el cual le ofrece unas extrañas gafas con las que ver una película tan vívida como la misma realidad. Con el dinero recibido editaremos un libro con estos seis relatos
Algunas piezas tienen párrafos cómo estos:
Un resplandor azulado surgió tras el espejo. Mi propio rostro seguía devolviéndome la mirada desde la superficie giratoria y sin embargo, se distinguía algo en el fondo, algo que iba solidificándose, haciéndose más real. Parpadeé y cuando volví a centrar la vista, allí estaba… allí estaba… ella.
¡Dios mío! No acierto a describirla. Ni siquiera estoy seguro de haberla visto con claridad esa primera vez. Fue como estar observando otro mundo en el que se cristalizaban todos los anhelos, sueños, aspiraciones e ideales. Fue una sensación tan penetrante que se hizo dolorosa. Era una tortura exquisita o una delicia agónica. Era insoportable e irresistible a la vez.
Pero la contemplé. Tenía que hacerlo. Los rasgos de esa belleza imposible eran inquietantemente familiares. Había visto ese rostro con anterioridad en alguna parte. ¿En mis sueños? No. De pronto comprendí el motivo de tanta familiaridad. No se trataba del rostro de una mujer real, la imagen era una combinación. Tenía la nariz diminuta e insolente de Whimsy White en sus mejores momentos; los labios perfectos eran los de Tips Alva; los ojos plateados y los cabellos oscuros y aterciopelados pertenecían a Joan Caldwell. Y sin embargo, la suma, la combinación de todos esos rasgos, el rostro del espejo no era ninguna de ellas. Este era un rostro imposible, increíble, impresionantemente hermoso.
Confíamos que el proyecto os guste y nos apoyéis. Muchas gracias.